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19 arquitectos exponen sus 'locuras' para finales de siglo

Ricardo Bofill proyecta una casa-templo, y Rafael Moneo un reloj de agua

La exposición Follies, arquitectura para el paisaje de finales del siglo XX, inaugurada el jueves en la galería del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), en la arquería de los Nuevos Ministerios, reúne a 19 arquitectos de vanguardia que actualizan, dos siglos después, el tipo arquitectónico de la folly, una especie de locura, capricho, disparate o extravagancia, definida como "edificio inútil construido como ornamento" o "algo alegre y morboso al mismo tiempo".

La muestra, organizada por el galerista Leo Castelli, llega a Madrid tras su presentación en Nueva York y Los Ángeles. Con la referencia histórica de los excéntricos clientes ingleses del siglo de la Ilustración, que encargaban para sus jardines fantásticas torres seudogóticas, falsas pirámides egipcias o ruinas de castillos, la comisaria Barbara Jacokson pregunta a los arquitectos más importantes del momento dónde están las follies en el tiempo posmoderno de nuestro siglo. Entre ellos figuran una casa-templo de Ricardo Bofill y un reloj de agua de Rafael Moneo.Arquitectos de diez países ofrecen sus proyectos a través de dibujos, planos y maquetas. En los distintos paneles se exponen la linterna del azul secreto de Peter Cook, la tienda de Andrew Batey y Mark Mack, los edificios ajardinados de Quinlan Terry, la isla-montaña de Emilio Ambasz, las formas de leyendas de Diana Agrest y Mario Gandelsonas, el Broadway de Bernard Tschumi, el Jano con la cabeza en las nubes de Joseph Rykwert, la prisión de Frank Gehry, el objeto descompuesto de Peter Eisenman, la caballa de tejado de bardas de Arata Isozaki, la santa locura de Hans Hollein, la taberna bifrontal de Rodolfo Machado y Jorge Silvetti.

También están la casa-templo de Ricardo Bofill, la clepsidra de Rafael Moneo, los habitáculos de Michael Graves, la casa para Euclides de Raimund Abraham, las imágenes en vídeo de Christian Hubert, los contextos imaginados de Gae Aulenti, y el jardín.colgante de Paul Rudolph. Uno de los autores, Emilio Ambasz, presentó la semana pasada exposiciones de sus proyectos y diseños en dos galerías madrileñas.

El valor del dibujo

Para buscar un contexto de la exposición, Ricardo Bofill comenta que "a finales de los años sesenta, la arquitectura es utopía sociológica ligada a las ideas del 68; en la década de los setenta, la arquitectura representa la vanguardia artística y se empieza a poner en valor no el diseño sino el dibujo arquitectónico como lenguaje y expresión. Al mismo tiempo empieza una discusión dentro de los arquitectos, que después pasa a otras arte los en tomo a la modernidad y la posmodernidad. Arquitectos europeos, como Rossi, Krier, y yo mismo planteamos problemas de la ciudad, de la historia, del lenguaje y la tecnología. Estados Unidos retorna el pensamiento europeo, como ha hecho siempre, y en lugar de dejarlo en teorías lo adapta al capitalismo y lo construye".Bofill expone, junto a dibujos de los jardines del Turia, en Valencia, un proyecto de casa-templo, "un arquetipo de casa muy barata, aislada, perfectamente industrializada y posible. Lafolly en esta exposición de lujo es hacer una casa barata para todo el mundo. La utopía ha terminado en la década de los 60; estamos en la época socialdemócrata del arte y hay que partir del mundo real".

Rafael Moneo mostró en la apertura de la exposición su grata impresión ante el conjunto de dibujos, una especie de muestrario de los problemas de la arquitectura contemplados con disfrute. Presenta dibujos de estudios para una clepsidra realizados este año, una meditación en torno al paso del tiempo, "como el correr de las aguas de un río", con una referencia concreta a Jorge Manrique.

La exposición permanecerá abierta hasta el 15 de junio. Tiene un horario diario de diez de la mañana a dos de la tarde y de cinco de la tarde a nueve de la noche; los festivos, de diez de la mañana a dos de la tarde.

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