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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

PSOE, nacionalismos y abstención

Con una abstención de un 20%, el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) obtuvo en 1982, en el País Vasco, 347.965 votos. Y en 1984, con una abstención del 31 %, bajó a 247.660 votos. En cuanto a Cataluña, el Partido Socialista de Cataluña (PSC-PSOE) obtuvo en Barcelona, en 1982, con una abstención del 18% (la más baja de todas las elecciones celebradas hasta ahora en el presente régimen democrático), 1.252.427 votos, al paso que en 19.84, con una abstención del 36%, sólo consiguió 714.375 votos. En Gerona, en 1982, con una abstención del 19%, el PSC-PSOE obtuvo 87.167 votos, y en 1984, con una abstención del 30%, bajó a 53.891 votos... En cuanto a Lérida, en 1982, con una abstención del 23% obtuvo 65.824 votos, y en 1984, con una abstención del 36%, tan sólo 34.814. Por último, en Tarragona, con una abstención del 21% en 1982, el PSC-PSOE consiguió 115.089 votos, mientras que en 1984, con una abstención del 38%, bajó a 66.248 votos.Y ocurre que de estos retrocesos del PSOE se está intentando hacer una lectura acentuadamente nacionalista, cuando no independentista, y ello parece grave y no se corresponde, en cualquier caso, con la realidad de lo sucedido. No puede decirse que la fuerte abstención que está empezando de nuevo a producirse, tras la memorable jornada del 28 de octubre de 1982, se deba a que esos millones de electores que empiezan a quedarse otra vez en casa echen de menos un mayor nacionalismo vasco y catalán, lo que obligaría al PSOE a rectificar en ese sentido. Tal interpretación es una falacia, puesto que los electores de Euskadi y de Cataluña tienen ya a su disposición sobradas ofertas electorales fuertemente nacionalistas, tanto a izquierda como a derecha.

Y, dejando a salvo el máximo respeto a las aspiraciones de catalanes y vascos, dentro de lo amparado por la Constitución, el equilibrio que el Estado precisa (y a cuya unidad ha apelado el Rey reiteradamente hace muy poco) no resulta favorecido con esa interpretación de los retrocesos del PSOE, con la que lo cierto es que se intenta desviar o suplantar la verdadera lectura de esos retrocesos, que no es otra que socioeconómica... El hecho es que los no pocos electores que están empezando a retirarle su voto al PSOE, lo que desearían no es más nacionalismo -que eso repetimos que ya lo ofrecen otros partidos en bien variada gama-, sino una política social y económica (dentro del modelo mixto establecido por la Constitución) más favorecedora de los trabajadores y las clases populares y, en especial, en materia de empleo, precios y tarifas, vivienda, fiscalidad, servicios asistenciales, etcétera. En cualquier caso, los votos que el PSOE aún conserva y los que con la abstención de los trabajadores ha perdido suman más que los votos nacionalistas. Convendría tenerlo en cuenta. /

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