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FESTIVAL DE CANNES

Las películas priman sobre los famosos

ENVIADO ESPECIAL, Quizá sea por la lluvia que estos días ha asolado La Croissette o porque el festival de Cannes va lentamente perdiendo aquel viejo esplendor que le convertía ante todo en una fiesta, lo cierto es que pasando el ecuador de esta 37ª convocatoria no han hecho acto de presencia los frecuentes actores famosos que aprovechaban el festival para promocionar sus siguientes películas. Sólo los protagonistas de los filmes en concurso, y no todos, han aparecido para intervenir en las conferencias de Prensa. El interés se centra, pues, en las películas, y las conversaciones versan sobre sus calidades. No hay cotilleos, no hay noticias escabrosas.

El interés de los que han acudido al Festival Internacional de Cine de Cannes se centra en las películas que se proyectan, no sólo dentro del marco competitivo, sino también aquellos filmes que son exhibidos en otras secciones del festival. La ausencia de nombres famosos de la industria cinematográfica hace que los títulos de las películas que se proyectan sean objeto de polémica.Y la polémica se ha visto aumentada con la proyección de dos nuevos títulos. Uno de ellos, Vigilia, primer largometraje del neozelandés Vincent Ward, de 27 años, había sido presentado como la mayor sorpresa del festival, junto con el filme danés El elemento del crimen. Pero, tal como ocurrió cuando se proyectó esa otra esperanza, Vigilia ha dividido a la opinión, aunque presumiblemente destacando la de quienes lo consideran un filme rebuscado, incluso pedante.

Jugando en términos fantásticos, el filme sitúa su misteriosa acción en un páramo de Nueva Zelanda en el que habitan un matrimonio con su pequeña hija de 12 años y el viejo abuelo. Muere el padre accidentalmente y en su lugar surge la figura de un cazador cuya actitud hará despertar en la niña sus primeros conocimientos de la vida. Las imágenes son en algunos momentos bellas, pero pesa más su pretensión que los eventuales logros. Incluso ciertas imágenes llegan a mentirle al espectador para provocar determinados efectos: mientras jadea, la niña apunta con un rifle durante largo rato al extraño visitante, quebrándose luego el suspense con la triste solución de que no era el rifle lo que usaba, sino sólo el visor que llevaba incorporado.

Más sólido y también más clásico es el trabajo de la cineasta húngara Marta Meszaros, que ha presentado en la competición su película Diario íntimo. Rodada en blanco y negro para alternar las imágenes de ficción con documentos reales, narra la historia de una huérfana adolescente a la que acoge en su casa una antigua revolucionaria clandestina situada tras la segunda guerra mundial en las filas del poder. La niña se revela contra su personal situación como otros húngaros adultos comienzan también a revelarse contra el estalinismo.

Ficción y realidad

La película es dura, aunque sensible. La biografía de la muchacha está reflejada con delicadeza y matices, mientras que la época queda encorsetada en los discursos, el papanatismo y la sinrazón. Todos tienen miedo, pero pocos lo formulan. El ambiente es opresivo, aunque, paradójicamente, los documentos reales de la época que se incluyen en el filme aparentaban lo contrario: desfiles de modas, películas sentimentales, algarabía callejera.Se está discutiendo, sin embargo, el que Diario íntimo sea una película fechada en 1982, cuando es habitual que en Cannes sólo compitan películas del último año. Marta Meszaros incluso ha rodado ya otra película, El país del espejismo, que debería ser, según la costumbre, la concursante elegida para este año. Siempre surge alguna discusión respecto a los títulos elegidos por el director del festival. Como se recordará, hasta se ha intentado hacer un escándalo de su rechazo del filme de Zulawski La mujer pública, aunque tal rechazo se ha convertido en una pompa de jabón, ya que finalmente la película se vio en el marco del festival en una sesión con muy buena publicidad.

Idéntica buena promoción ha recibido El Norte, un filme norteamericano, de dos horas y media de duración, que narra los esfuerzos que deben realizar dos hermanos guatemaltecos para huir de la represión de su país y refugiarse ilegalmente en Estados Unidos. Después de la muerte del padre, víctima de la represión militar, sus dos hijos, Rosa y Enrique, deciden tentar la aventura. Un largo camino que pasa por México para llegar finalmente a Los Ángeles.

Exhibido fuera de concurso en la sección Una Cierta Mirada, donde deberá proyectarse también Feroz, de Manuel Gutiérrez Aragón, obtuvo una audiencia extraordinaria. Dividido en capítulos, el filme alterna la tragedia en Guatemala con la comida en Los Ángeles, hasta el punto de que su interés va decreciendo hasta abrazar directamente lo baladí. La situación de los hermanos en Estados Unidos, si bien responde a la inseguridad y al temor, adquiere connotaciones cómicas que fueron celebradas en la sala de la misma forma en que lo serán en Estados Unidos, donde El Norte está obteniendo ahora un gran éxito.

El recuerdo de otras películas similares -Alambrista, de Robert Young, por ejemplo- no favorece la contemplación de El Norte, que con mayor rigor se hubiera convertido, efectivamente, en la denuncia que pretendía.

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