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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Medicina privada o pública?

La dialéctica medicina privada-medicina pública está en boca de todos y es uno de los temas candentes por excelencia. En el Congreso, en los colegios profesionales, en la calle, todo el mundo se siente de una forma u otra afectada por el tema. Cuando ahora la posibilidad de que la medicina pública empiece a tomar carta de naturaleza, cuando la gente empieza a comprender que tiene unos derechos adquiridos y comienza a exigirlos, todos aquellos profesionales que han denostado de siempre la medicina pública y, sin embargo, no han dudado un momento en acceder a ella para obtener una retribución segura ante un porvenir incierto en la medicina privada, han encontrado, perdón, encontrado no (esto lo han hecho siempre), pero sí potenciado, lo que en similar bélico fue el famoso caballo de Troya de Ulises, y es dinamitar desde dentro esa propia medicina pública, llevando a cabo una labor, profesional que, a mi juicio, raya en el delito y que podría ser de competencia de juzgado de guardia.No quiero generalizar, existe una gran cantidad de excelentes profesionales que defienden con uñas y dientes esa medicina pública y que dan ejemplo de profesionalidad, competencia y honestidad. Pero también, por desgracia, hay bastantes de los primeros.

Referiré mi caso: hace unos 15 años mi madre sufrió una fuerte depresión que nos obligó a consultar a un especialista. Comoquiera que no estaba afiliada a la Seguridad Social, fuimos a la consulta de uno de cierto renombre en esta ciudad. El trato fue excelente, en la primera consulta estuvo hablando con mi madre más de una hora, lo que supuso para ella un gran alivio, porque pudo desahogarse ampliamente y coger confianza en el médico. En poco tiempo logró recuperarse, si bien no pudo dejar nunca de medicarse para combatir la depresión.

A principios de este año volvió a reproducirse la crisis depresiva, y comoquiera que mi madre ahora está afiliada a la Seguridad Social y este doctor es titular de uña plaza en un ambulatorio, decidimos ir a él. En la primera consulta, que no excedió los cuatro minutos, se limitó a recetarle, una vez que le dijimos que volvía a encontrarse mal.

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Como al cabo de varios días no notábamos ninguna mejoría, volvimos a él, y se limitó a duplicar la medicación y en tres minutos estábamos en la calle.

No me parece necesario añadir esa historia que todos sabemos y que, sin creernos, es cierta, del médico que al acudir un paciente a su consulta particular, porque atendido en la Seguridad Social no mejoraba, pregunta: ¿Pero quién fue el burro que le ha puesto este tratamiento? Y se le contesta, pues fue usted en el ambulatorio. Y esto es cierto, yo conozco a quien le pasó con un hijo suyo. /

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