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El rompecabezas libio

Gadafi: "Tenemos pruebas de que el comando atacante estaba integrado por hermanos musulmanes entrenados en Sudán"

'Ignora la imbecilidad total de esas gentes'

Al volante de su coche, con una metralleta en el asiento de al lado, el coronel Muamar el Gadafi estaciona su coche ante la puerta del Centro Hípico, situado a unos 10 kilómetros de Trípoli, la capital libia. Radiante, saluda alegremente a sus colaboradores y se dirige con paso rápido hacia la pista de carreras. Una multitud de jinetes, oficiales del Ejército regular, le aclama, grita su nombre, se precipita hacia él para abrazarle, para felicitarle por "su victoria contra los enemigos del pueblo". "Abajo el fascismo", corean, mientras el Guía de la Revolución monta su caballo e inicia, con el puño levantado, una loca galopada, su deporte favorito.Son las 18.30 horas del martes 8 de mayo. El médico personal de Gadafi, situado a nuestro lado al borde de la pista, lanza una sonora carcajada. Está escuchando en un transistor el boletín informativo de una emisora extranjera que en esos momentos anuncia que el Ejército libio se había sublevado.

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La información de la emisora no carecía de fundamento. Esa misma mañana, sobre las 9.30 horas, la población de Trípoli se estremeció al oír disparos de artillería con intensidad creciente. Milicianos armados, pertenecientes a la Guardia de la Revolución, se lanzaron a la calle y pidieron a los transeúntes que volviesen a sus casas. Trípoli se convirtió en una ciudad muerta.

Repentinamente, a las 16.30 horas, sonaron las sirenas. Jóvenes de uno y otro sexo, con una metralleta o un retrato de Gadafi en la mano, desfilaron hacia la plaza Verde, gritando "Sí a la revolución permanente, no al fascismo". En este lugar fueron expuestos durante un cuarto de hora los cadáveres de 10 hombres.

Le preguntamos a Gadafi si había escapado a un atentado esa misma mañana, información que nos había llegado de fuente segura. Gadafi contestó, con un tono familiar: "Venga a verme esta noche. Se lo explicaré todo".

En el cuartel general militar de Bad Azizia, donde reside el Guía de la Revolución, no hay huellas de combates y los boinas rojas que montan guardia allí no han sido reforzados. En su despacho, con los muros cubiertos por centenares de libros, el coronel Gadafi nos da su versión de lo sucedido.

El domingo pasado, la policía intercepta en la frontera con Túnez a tres hombres cuyo comportamiento despierta sospechas. Llevan pasaportes sudaneses con visados del Reino Unido y de Estados Unidos. Dicen que son palestinos, pero su acento es el de un dialecto libio. Ante la amenaza de ser detenidos, sacan sus armas y matan a un policía. Uno de los tres hombres es, a su vez, abatido, y los otros dos heridos y capturados.

En sus maletas tienen listas con los nombres de sus cómplices en Libia, en las que figuran dirección y número de teléfono, así como precisas instrucciones sobre los atentados que les habían encomendado.

El jefe de la red en Trípoli es detenido inmediatamente y da los nombres de 10 (otras fuentes hablan de 13) conspiradores que habían alquilado un apartamento en el centro de la capital. El lunes por la noche, la televisión anuncia la captura de los tres "terroristas" interceptados en la frontera con Túnez. Con ello, las autoridades corrían el riesgo de alertar a quienes debían ser detenidos o muertos al día siguiente durante la acción lanzada por la Guardia Revolucionaria contra la casa en que vivían.

Las lagunas del relato oficial son demasiado evidentes. Así se lo dijimos a Gadafi. ¿Cómo es posible que los tres hombres interceptados cometiesen el error de utilizar pasaportes diplomáticos sudaneses (las relaciones entre Jartum y Trípoli están rotas) o de hacerse pasar por palestinos, radical ente sospechosos en Libia a raíz de los problemas entre Gadafi y Yasir Arafat?El líder libio rebatió estas objeciones una a una. "Usted ignora la imbecilidad total de esas gentes", dijo Gadafi, para añadir a continuación: "Tenemos la prueba de que todos pertenecían a los Hermanos Musulmanes, al igual que sus cómplices, que han sido capturados en los dos últimos días. Fueron entrenados en la base militar sudanesa de Uali Sidna por instructores sudaneses y egipcios, bajo la supervisión de expertos norteamericanos. Otros grupos están siendo preparados en este mismo lugar. Los que hemos capturado han recibido instrucción en el Reino Unido o en Estados Unidos, antes de volver a Libia".

Con cólera apenas contenida, Gadafi reanuda su discurso, remachando sus palabras: "Las cosas ya están claras. Estados Unidos y el Reino Unido acogen no a opositores libios, como pretenden, sino a terroristas, a quienes arman e incitan al crimen con la colaboración activa de Sudán y de otros países árabes".

"Los libios tienen derecho a defenderse, a combatir a los terroristas allí donde se encuentren, de la misma manera que los policías abaten sumariamente a los miembros de las Brigadas Rojas. Los países que arman a los asesinos también lo pagarán caro. Los Estados, árabes o no, que exportan el terrorismo aquí recibirán la revolución que les enviaremos nosotros a cambio", dijo Gadafi.

Pregunta. ¿No fueron ustedes quienes empezaron a hacer matar a los opositores libios en el exilio?Respuesta. Eso es una mentira propalada por la Prensa imperialista. Los auténticos opositores viven aquí, entre nosotros. Tienen plena libertad para expresarse en el seno de los consejos populares. Los otros, los terroristas, son liquidados espontáneamente por los libios que viven en el extranjero. Yo, por mi parte, jamás les he incitado a ello.

P. Sin embargo, dos estudiantes, considerados como oponentes islámicos, fueron muertos en la Universidad de Trípoli el pasado mes. de abril. ¿Aprobó usted esas ejecuciones?

R. No puedo pronunciarme sobre este asunto. Esos dos contrarrevolucionarios fueron juzgados y liquidados por sus condiscípulos por haber intentado incendiar dos aulas de la Universidad, una acción que pudo quemar vivos a centenares de estudiantes. Además, como usted sabe, yo no tengo ningún cargo oficial; son las organizaciones populares las que deciden todo... Admito de buena gana que la dictadura que ejerce nuestro pueblo es tiránica, pero ¿no lo fue también la Revolución Francesa en 1789? Y a pesar de sus excesos, marcó en el mundo el comienzo de las repúblicas burguesas. La nuestra abre la era de las jamahirya (el Estado de las masas populares).

P. Usted ha declarado que las fuerzas armadas libias están plagadas de reaccionarios y contrarrevolucionarios. ¿No teme que al coronel Gadafi le suceda un general Bonaparte?

R. No. Esto queda excluido. Los revolucionarios controlan a las fuerzas armadas. Nuestro proyecto, en vías de realización, de armar a toda la población ha sido concebido precisamente para eliminar definitivamente al Ejército regular. Ya no tenemos Estado, ni Gobierno, ni explotadores. El pueblo será mañana quien ostentará todos los poderes.

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