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La Comunidad de Madrid compra por 238 millones el hospital de Maudes, futura sede de la Consejería de Urbanismo

La propiedad del hospital de Maudes, monumento histórico-artístico con fachada a la calle de Raimundo Fernández Villaverde, cerca de la glorieta de Cuatro Caminos, ha sido adjudicada a la Comunidad de Madrid, que instalará en él la Consejería de Urbanismo. La comunidad fue la única participante en la subasta pública celebrada el pasado jueves, con una oferta de 238 millones de pesetas. El desembolso económico, sin embargo, será realizado por el Estado, pues el pasado año, al transferirse a la Comunidad de Madrid los servicios de urbanismo, el Estado se comprometió a realojar las oficinas de la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Area Metropolitana (Coplaco), organismo transferido a la comunidad, cuyas dependencias, hoy sede de la Consejería de Urbanismo, se reparten en dos de las plantas del Ministerio de Transportes.

La subasta celebrada el pasado 3 de mayo era la tercera de las realizadas desde el 30 de abril de 1981 por la Fundación Hospital de San Francisco de Paula para Jornaleros, al haber quedado desiertas las dos primeras, a pesar del interés mostrado en su día por el Ayuntamiento de Madrid y la diputación provincial. La adjudicación definitiva está pendiente de que la Dirección General de Acción Social, del Ministerio de Trabajo, compruebe que se han cumplido las condiciones impuestas en la subasta y dé la correspondiente autorización.Según informó Eduardo Mangada, consejero de Ordenación del Territorio, Medio Ambiente y Vivienda de la comunidad, la idea que se tiene es convertir el edificio en la nueva sede de la consejería, una vez realizadas las necesarias obras de rehabilitación y adaptación.

El edificio adquirido ocupa toda la manzana limitada por las calles de Raimundo Fernández Villaverde, Alenza, Maudes -nombre con el que se conoce al hospital- y Treviño. La única parte no comprada por la Comunidad de Madrid, al estar segregada antes de la subasta y registrada como finca independiente, es la capilla, que da a la calle de Raimundo Fernández Villaverde y que constituye la parroquia de la Divina Pastora.

En total, y ya restada la superficie de la iglesia, el edificio tiene 9.600 metros cuadrados edificados, con un aprovechamiento desigual, dada la cantidad de pasillos y galerías existentes. La construcción se levanta en una manzana de 14.000 metros cuadrados y fue proyectada por el arquitecto Antonio Palacios, autor asimismo del palacio de Comunicaciones y Correos y del Círculo de Bellas Artes.

Las obras terminaron en 1916, cuatro años después de que la Fundación Hospital de San Francisco de Paula para Jornaleros, propietaria hasta ahora del inmueble, fuera creada por María Dolores Romero, con el fin de edificar y gestionar un edificio que, con una capacidad de 150 camas, sirviera para prestar los cuidados médicos necesitados por los jornaleros.

Para ello se compró una manzana del ensanche proyectado por Carlos María de Castro, y se encargó a Palacios su construcción, que se hizo de granito y piedra caliza, con una planta en forma estrellada. La estructura proyectada fue la de un gran patio octogonal del que salían cuatro ejes en el mismo sentido de las diagonales. El conjunto se completaba con jardines triangulares y con dos alas de edificios, perpendiculares a Raimundo Fernández Villaverde, en las que se alojaba la capilla, el cuerpo de accesos y los pabellones de dirección.

Este hospital fue incautado en 1936 y destinado a atender a los heridos del bando republicano durante la guerra civil. Después fue utilizado hasta 1970 por el Ministerio del Ejército como hospital militar. A partir de entonces quedó abandonado y el edificio sufrió un importante deterioro, que obligará a desembolsar una cantidad quizá superior al precio de su adquisición para acondicionarlo al nuevo uso.

La diputación provincial ya intentó en 1978 convertir el hospital en su sede, a cambio de una residencia de ancianos de su propiedad, situada en Navalcarnero, y 190 millones de pesetas. Ese mismo año, la madre visitadora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, sor María Luisa Morante, única miembro con vida del patronato que gestiona la fundación, solicitó y obtuvo un cambio de los estatutos, con el fin de poder vender el edificio y el compromiso de construir una residencia de ancianos inválidos.

El deseo de la diputación fue frenado por la decisión del Ayuntamiento de Navalcarnero de oponerse a la permuta y por las protestas de asociaciones, como Adelpha, la coordinadora de Asociaciones de Vecinos de la Zona Norte de Madrid o la Federación Socialista Madrileña, que exigían que el hospital pasara a ser propiedad de los madrileños, sin coste alguno, y fuera dedicado a actividades culturales y asistenciales.

Posteriormente, y ante el anuncio de que el Ministerio de Sanidad, de cuya dirección general de Asistencia Social dependía esta fundación, podía autorizar su venta en pública subasta, el ayuntamiento solicitó que el Estado cediera su derecho de tanteo a los organismos provinciales, con el fin de que éstos pudieran adquirir el edificio.

Sin embargo, a pesar del interés, ni el Ayuntamiento de Madrid ni la diputación provincial ofertaron en las dos primeras subastas, quizá a causa de la cantidad económica que entonces se pedía, en torno a los 400 millones de pesetas.

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