Referéndum literario
Con estupor primero, indignación después y amargura siempre leo en su diario que cinco periódicos europeos -representando al Reino Unido, Francia, Italia, República Federal de Alemania (RFA) y España- , al parecer, de entre los de más prestigio en Europa, convocan a una suerte de referéndum internacional con la intención de dilucidar cuáles son los más grandes escritores de dicho continente. A la publicación de esta noticia sucede la de un cupón en el que, democrática y alfabéticamente, se da cuenta de los autores nominados para recibir tan alta distinción, considerando merecedores de ello a 10 escritores de los más notables de cada uno de los países en que se editan los diarios en cuestión. A partir de este punto, la operación se desarrollará de la siguiente manera: los lectores de cada diario marcarán en el cupón una cruz al lado del nombre de sus escritores favoritos, evitando, eso sí, votar por los de su propio país, garantizando, de este modo, la honradez democrática y, de paso, la limpieza de la votación, y enviarán el cupón a la redacción de su diario. Hecho esto, algún sufrido empleado contabilizará los votos y, una vez computados todos ellos, proclamará solemnemente quiénes .son las 10 plumas más grandes de Europa.Una visión tan provinciana de la cultura se comenta sola y no sería necesario parar mientes en ella si no fuese por un hecho, que, por su magnitud, está llamado a conmocionar tanto el mundo de las letras como el de las ciencias. Este hecho es la catastrófica, y hasta ahora inadvertida, mengua sufrida por Europa en su territorio.
Uno, en su candidez, llegó a pensar si semejante cosa no constituiría una muestra más del llamado enfrentamiento Este-Oeste o entre el Mercado Común y el Comecon si se prefiere, y si por la mente de los organizadores del concurso no pasarían ideas de, venganza política que pudieran expresarse, más o menos, de la siguiente forma: se van a enterar los rusos de que con Occidente no se juega, ni Gogol, ni Pushkin, ni Dostoievski van a poder ser los mejores escritores de Europa, sino fuera porque en Occidente se encuentra el patético caso de Portugal, cuyas posibilidades de entrar en la Comunidad Económica Europa parecen análogas a las de elevar a Camoens, Pessoa o Eca de Queiroz a las más altas dependencias de la gloria literaria. Pese a todo, hay que respetar el gran talante democrático de los organizadores del evento, ya que si el Este, la URSS, el Oeste y Portugal son descartados de la contienda no lo son menos el Norte, Escandinavia, y el Sur, Grecia, a los que ni su pertenencia a las comunidades europeas permiten obtener posibilidades de elección para Strindberg, Hamsun o lbsen entre los primeros y para Kavafis o Elytis entre los segundos.
Los que sí deben estar contentos son los checos, que han conseguido incluir en la lista a tres de sus grandes escritores de lengua alemana: Kafka, Rilke y Musil, aunque es posible que su entusiasmo quede un tanto frío al comprobar que son presentados por la RFA. Otro tanto le ocurre a Irlanda, sin duda pendiente de la suerte que Swift, Wilde o Joyce puedan correr, pero teniendo que contentarse con ser juzgados sin poder juzgar. Claro, que peor es lo de los rumanos, ya que, pese a ser lonesco, Cioran o Eliade escritores en lengua francesa, no pueden aspirar a la misma suerte que sus colegas checos.
Hablar de otros escritores y de otros países podría ser casi interminable; por ello, y en vista del estado de las cosas, voy a permitirme finalizar lanzando un llamamiento a los lectores europeos que por un momento hubiesen pensado participar en esta comedia: por favor, no votéis. / .
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