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El tráfico y el consumo de drogas alcanzan en Yugoslavia cotas que alarman al Gobierno

El incremento del tráfico y consumo de drogas en Yugoslavia alarma al Gobierno, que en 1977 requisó los primeros 269 gramos de heroína, y ya en 1980, los 301 kilos recogidos constituían el 27% de todos los alijos confiscados aquel año en Europa. Mientras tanto, las abuelas yugoslavas siguen preparando pasteles de amapola para las fiestas importantes, según una antigua e inofensiva receta otomana, y cada vez son más los nietos que adquieren tartas de opio procedentes de las cabezas de aquellas mismas amapolas, que florecen abundantemente en los campos de Macedonia.

La cifra de consumidores de droga no anda en Yugoslavia por debajo de los 15.000, si bien el ministro del Interior, Stane Dolanc, fue recientemente más tremendista, al hablar por televisión de 30.000.Comparada cualquiera de estas cifras con los 50.000 drogadictos que hay en la República Federal de Alemania, país de tres veces más habitantes y triple producto nacional per cápita que Yugoslavia, la situación es verdaderamente seria. No obstante, hay al respecto una gran penuria de datos oficiales.

Un gramo de heroína cuesta en Belgrado unas 7.250 pesetas; una ampolla de morfina, metadona o valorana, unas 2.500; un gramo de hachís, unas 1.200 pesetas, y una receta en blanco lista para rellenar costaba hace unos meses 250 pesetas, pero ahora se necesitan dobles recetas, muy difíciles de falsificar.

En Novisad, ciudad situada junto a Hungría, a 90 kilómetros de Belgrado, se han registrado, en 12 años de experiencia en adicción, ocho muertos de 22 años de edad media. En el Instituto de Salud Mental de Belgrado se estudiaron en cuatro años las circunstancias de 60 drogadictos fallecidos: 30 se habían suicidado y el resto había sucumbido a sobredosis, enfermedades del hígado o mezclas venenosas. De los 455 drogadictos que acudieron en 1982 al instituto, sólo tres consumían drogas blandas. Hacían de todo: desde inyectarse dudosos caldos de opio mal filtrados en cedazos caseros hasta asaltar farmacias.

Las leyes de las seis repúblicas-estados que forman la federación yugoslava no están uniformadas. En medio de una general benignidad para los camellos y contrabandistas, en unas el drogadicto es primero enfermo y después delincuente, y en otras es, sobre todo, delincuente.

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