El presidente de Honduras, Roberto Suazo Córdova, entrega el mando de las fuerzas armadas al general López Reyes
El general Walter López Reyes recibió ayer su nombramiento de jefe de las Fuerzas Armadas hondureñas de manos del presidente Roberto Suazo Córdova. López Reyes asume así el puesto que ocupaba el general Gustavo Álvarez Martínez, quien presentó la dimisión el pasado 31 de marzo, en compañía del jefe del Estado Mayor conjunto y de los comandantes de la policía y fuerza naval.
El nuevo jefe de las fuerzas armadas pronunció el viernes un discurso en la sede de la fuerza aérea en Tegucigalpa, al conmemorarse el 53º aniversario de su fundación, donde hizo públicos sus propósitos."Soy consciente de la gran responsabilidad que se me ha conferido, y al haberla asumido me hice la promesa de desempeñarla con lealtad, eficiencia profesional y auténtico patriotismo". "Todos mis actos estarán apegados", aseguró, "a la más estricta justicia, basándose en lo que disciplinariamente nos impone la Constitución de la república y la ley constitutiva de las fuerzas armadas", prosiguió el general Walter López Reyes.
Señaló que jamás toleró "la indisciplina, la deshonestidad, la negligencia en el servicio o cualquier otra actitud inmoral y contraria al espíritu militar profesional, que indica responsabilidad con la patria y sus instituciones dernocráticas".
Aseguró que "las fuerzas armadas no pueden ser una isla en la nación, deben mantenerse en comunidad con el pueblo". "En todo momento estamos adiestrados y vigilantes, y no desmayaremos en mantener incólume nuestro territorio, amenazado por ideologías extrañas, que no nos amedrentan, y por mantener las alternativas democráticas", agregó.
López Reyes ascendió a la jefatura del Ejército hondureño el 4 de abril, cuando el Congreso le escogió de una terna formada también por los coroneles Roberto Martínez Ávila y Humberto Regalado Hernández, con 78 votos a favor y una abstención, de los 82 diputados que integran el Parlamento, en el que se sientan cuatro partidos políticos.
El nuevo jefe de las fuerzas armadas hondureñas, de 43 años, está casado y tiene cuatro hijos. Proviene del arma aérea, de la que era general de brigada, ostentando también las alas de piloto comandante de la fuerza aérea de Estados Unidos.
La crisis militar hondureña tuvo su origen no tanto en las intenciones golpistas del general Gustavo Álvarez, sino en las malas relaciones con sus compañeros de armas y un fraude de 30 millones de dólares (unos 4.500 millones de pesetas) al Estado, del que se habrían beneficiado también los colaboradores más cercanos de Álvarez.
La evidencia del fraude cometido por el general Álvarez se tuvo hace cuatro meses. A partir de esa fecha se puso en marcha una conspiración militar encabezada por el general López Reyes, que contaba con el apoyo mayoritario de los 18 coroneles con mando de brigada, todos ellos integrantes del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas.
La purga militar, que afectó a cinco generales y a tres coroneles, todos los cuales fueron sometidos a arresto domicialiario, no partió del presidente Roberto Suazo Córdova, sino de los propios cuarteles, y estaba prevista para ser efectuada un mes más tarde, pero se adelantó en el último momento.
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