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Crítica:'POP'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un fantasma en la Sala Imperio

Tres músicos que vestían camisetas blancas recién estrenadas -ya era domingo de Ramos- con la impresión Picasso a la altura del pecho acompañaron a una aparición rechoncha envuelta en una chaqueta de cuadros grandes y marrones, que se tambaleaba por el escenario inconexa con el sonido que la banda ofrecía.Steve Lamb, un bajista que procedía de una formación de Alan Price; David Scheen, un baterista potente, acomodado a la rutina, y Peter Kirtley, el guitarrista que había tocado en discos de Ringo Starr y George Harrison, tardaron en calentar y probar su nervio rockero. Su líder, paciente de ruinera, con 40 años y dos meses, antiguo camarero de un psiquiátrico y permanente empinador de ambos codos, cantaba con varios tonos de voz incontrolada: nasales cual eunuco, rasgados y rotos, e incluso susurrantes. Su trío instrumentista demostraba que con o sin estreno tenían manos.

Kevin Coyne Band

Sala Imperio, 15 de abril.

En otro tiempo, en el Monumental o en Rock-Ola, el público llegó a divertirse con la locura asumida pero encauzada de un cantante inquieto que a finales de los sesenta irrumpía en Londres con su grupo Siren y que más tarde, en 1972, emprendía una carrera en solitario con 10 elepés. "Yo conocí a Sting y Andy Summers", me dijo al final del recital, con una botella de champaña en la mano izquierda, "mucho antes de que formasen The Police, y no es que yo tenga influencias de The Police, sino más bien ellos de mí. Bueno, ambas bandas se están influyendo y ofreciendo buena música. ¿Ritmo reggae y arrancadas de batería parecidos? No lo sé, no sé nada". Él no podía controlar la puesta en escena, no podía evitar perderse en sus imágenes etílicas. Ofrecía un concierto sin pretensiones, pero sin coherencia en cuanto al concepto artístico. Joe Zawinul dijo que Weather Report no tocaba en concierto, sino en desconcierto. Pero Zawinul es coherente.

Aquella voz quemada cantó Monkey man, Hit, Lucille, Turpentine o Rock me baby con un grupo duro que le apoya desde hace casi dos años, al son de una batería insistente, golpes bruscos de bajo y chillidos bluseros de guitarra. En el bis con un solo tema, Knockin' on heaven's door, que el personaje central prolongó a ritmo de reggae hasta la saciedad, alguien del escaso público que le escuchó gritó "basta ya". Entonces recordé la imagen del borracho nocturno que se acerca a un corro de amigos que le ríen las primeras gracias y al final le terminan echando. Quince minutos de canción y aquel ser humano insistía con la americana en la cabeza, ya con el rostro oculto. Esos desvaríos me acercaron la imagen de Claude Rains en el papel de músico traicionado, escondido y vengativo de El fantasma de la ópera, la imagen de un músico que, aunque declara no querer ser una estrella, lo cierto es que en esa línea de rhythm and blues ebrio sólo podrá ser una voz ronca que se agarra a un nombre lejano en su mente, que no en el tiempo: Kevin Coyne.

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