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Condena conjunta de republicanos y demócratas de EE UU al minado de puertos nicaragüenses

Cuarenta y dos senadores republicanos votaron el martes en contra de la Administracion Reagan, tras el debate de una propuesta de resolución no vinculante condenatoria del minado de puertos nicaragüenses por obra de la CIA, que fue aprobada por mayoría aplastante, en un clima de tormenta política. Estas operaciones, al parecer, cesaron hace dos días, según un alto responsable del Gobierno citado por France Presse.

Congresistas tan notables y tradicionalmente fieles al actual presidente federal como el senador por Arizona, Barry M. Goldwater, han formulado críticas rotundas, que la Casa Blanca ha tratado de combatir con una declaración orientada a puntualizar los objetivos finales de su política centroamericana. The Washington Post, periódico que reveló la responsabilidad de la CIA en el sembrado de minas, publicaba en su edición de ayer nuevos datos comprometedores sobre el alcance de dicha política.Ronald Reagan manifestó, por su parte, según informa Efe, que "en la medida en que no es vinculante, la resolución del Senado puede ser soportada". Pero todas las opiniones indican que el éxito de la condena propuesta por el senador demócrata de Massachusetts, Edward Kennedy, plantea graves obstáculos a la pretensión del Gobierno de obtener del Congreso otros 61 millones de dólares (unos 9.150 millones de pesetas) para ayuda militar de emergencia a El Salvador y 21 millones adicionales para financiar a la guerrilla antisandinista. La resolución dice que "los fondos obtenidos por ley del Congreso no podrán ser adscritos o gastados en la planificación, ejecución o apoyo de operaciones de minado de los puertos de Nicaragua". La propuesta fue aprobada por 84 votos a favor, frente a 12 en contra. Tanto el líder republicano del Senado, Howard H. Baker, como su adjunto apoyaron la condena.

Tormenta Goldwater

El proyecto inicial de resolución pedía además al Gobierno que desista de la reserva de jurisdicción establecida ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, pero Kennedy retiró este segundo punto para facilitar las adhesiones republicanas.Reagan adoptó una posición terminante en este tema, que comunicó a sus senadores por boca de William J. Casey, director de la CIA, quien, antes de la votación, se reunió con los representantes republicanos a puerta cerrada.

El encuentro tuvo lugar en el clima de tensión creado por una carta que el senador Goldwater había dirigido al director de la CIA. Goldwater afirma en su misiva que se sintió "pissed-off" (literalmente "meado") cuando se enteró por la Prensa de lo que ocurría en los puertos de Nicaragua. Y añadió: "El presidente nos pide que apoyemos su política exterior; pero, Bill, ¿cómo podemos apoyarle si no sabemos qué demonios está haciendo? En Líbano, sí, todos supimos que envió allí a las tropas, pero ¿minar los puertos de Nicaragua? Es un acto que viola la ley internacional. Es una acción de guerra. No veo cómo vamos a explicarlo".

La Casa Blanca ha tratado de zanjar el alboroto con una declaración extraordinaria firmada por Casey, el secretario de Estado, George Shultz; el secretario de Defensa, Caspar Weiberger, y el asesor de Reagan en asuntos de seguridad nacional, Robert McFarlane.

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El comunicado dice que "aseguramos enfáticamente que no hemos considerado ni preparado planes de empleo de fuerzas militares de EE UU para invadir Nicaragua ni cualquier otro país centroamericano".

The Washington Post afirma, por su parte, que las operaciones de minado no constituyen un fin en sí mismas, sino que forman parte de un plan general de "hostigamiento" que trata de "paralizar la economía" de Nicaragua.

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