Bartok y Mozart, en su palpitante veracidad
Mientras en el Monasterio de la Encarnación el conjunto Pro Cantione Antiqua interpretaba, admirablemente, música de Alfonso El Sabio, Perotinus y Guillame de Machaut, en el Teatro Real 2.000 jóvenes despedían a la Orquesta de Cámara Franz Liszt, de Budapest.El conjunto que dirige su concertino, Janos Rolla, posee un sonido vibrante y transparente y toca con un estilo de gran vitalidad en el que los golpes de arco vienen a ser algo así como el golpe de glotis de la escuela española de canto. La nobleza de estilo, hecha de renuncia a todo exceso, pierde todo academicismo gracias a la palpitación de las líneas que conforman la polifonía, en tanto las melodías principales están cantadas con naturalidad y elevación, bien puntuadas y respiradas y resueltas en sus cadencias con la gracia característica del clasicismo vienés: crisol en el que se fundieron rasgos estilísticos de Austria, Hungría y Bohemia, originados tanto en las maneras cultas de tocar cuanto en las populares.
Orquesta de Cámara de Budapest
Director-concertino: Jano Rolla. Obras de Mozart y Bartok. Teatro Real, Madrid, 4 de abril.
Así, el frescor vivificante de las versiones mozartianas, el soberano Divertimento en re mayor y la Sinfonía en la, de inventiva tan bella como es siempre la total perfección; así también las exultantes Danzas o el Divertimento, de Bela Bartok, en el que los músicos de Budapest explicaron cómo es y de qué manera debe interpretarse un autor tantas veces descoyuntado e incluso despojado de las influencias tradicionales que, soterrada o evidentemente, circulan por la música del gran maestro húngaro. No en vano bastantes años de su juventud los empleó en la búsqueda de repertorio folklórico, en compañía de Zoltan Kodaly, hasta sumar, de hecho, un cuerpo de características predominantes o constantes definitivas de una música nacional y moderna.
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