Irritación israelí por el matiz pro árabe del viaje oficial de Isabel II a Jordania

ENVIADO ESPECIALEl viaje oficial a Jordania, es encialmente protocolario, de la reina Isabel II de Inglaterra ha adquirido a lo largo de sus cinco días de duración un inesperado matiz político pro árabe que ha irritado a los israelíes, satisfecho a sus anfitriones jordanos y al que el séquito británico de la soberana ha intentado restar importancia.

Nada más llegar a Amman, en el banquete ofrecido por el rey Hussein, la reina evocó "la tragedia del pueblo palestino", y dos días después, cuando el príncipe heredero Hassan le enseñó un mapa con los asentamientos israelíes en Cisjordanía, Isabel II no pudo evitar comentar que aquello era "deprimente".

Por último, cuando la reina visitaba una granja al borde del mar Muerto, a sólo dos kilómetros del territorio ocupado desde 1967 por el ejército de Israel, el sobrevuelo de la zona por dos cazabombarderos israelíes fue calificado de "preocupante" por Isabel II.

Todas estas observaciones de la reina, ampliamente resaltadas por los diarios de Amman, añadidas a la posible venta por el Reino Unido a Jordania de misiles tierra-aire Javelin para sustituir a los Stinger que EE UU se negó a proporcionarle, han irritado a Israel, cuya Prensa denunció la "explotación partidista" del desplazamiento de la soberana y cuyo presidente, Haim Herzog, que curiosamente se encuentra en visita privada en Londres, declaró a la BBC que "dirigía sus críticas no contra la familia real, sino contra aquellos que hacen la política" británica.

Celoso probablemente por el realce de la visita real a Jordania, el jefe del Estado israelí multiplicó en la capital británica las invitaciones para visitar Israel a la reina y a la primera ministra Margaret Thatcher, y en contra de todas las reglas del protocolo las anunció públicamente antes de que fuesen oficialmente aceptadas.

La irritación israelí ha obligado al portavoz de la reina, Michael Shea, a efectuar el viernes a mediodía, justo antes de que finalizase la gira real por Jordania, unas matizaciones en las que señaló que, en contra de las apariencias, Isabel II no tomó "posición a favor de los árabes porque no puede hacer eso", y que se limitó a "comprobar los hechos, ya que todo el mundo sabe que la situación en Oriente Próximo es deprimente".