Las becas del INAPE
El que esto escribe es un pobre estudiante que ha tenido la sabrosa y enriquecedora experiencia de ser becario de esa cosa que llaman Instituto Nacional de Asistencia y Promoción al Estudiante (INAPE) durante nueve años.En el BUP, con 5.000 pesetas de nómina, el asunto de la beca era llevadero: como uno no comía con eso, pues no importaba mucho cuando se cobraba. En la universidad, como había más gastos, la nómina fue subiendo cada año un poquito, porque claro, ya había que pagar un piso, comer, comprar libros..., y como el INAPE es un padrazo, no se le escapó el detalle. Pero seguía pagando cuando quería.
Así, el becario se ha convertido en un especimen curioso: acojonado por el papá/Estado/INAPE, cada año se despelleja los codos para sacar buenas notas (sin ellas no hay beca) y da pasos de gigante en el camino hacia ser un empollón imbécil. Cada año, a mediados de curso, debe solicitar su beca del alma emborrachándose de pólizas, impresos laberínticos y personajillos grises. Con la primavera le hacen cosquillas las telarañas del bolsillo y vocifera en asambleas y pasillos de facultades contra nadie. Porque nadie le responde. Porque nadie es el INAPE.
Podrá decir orgulloso que he estudiando la carrera con beca, que ya es una heroicidad en los tiempos que corren, pero más fuerte diré que ningún año he cobrado la beca en el período del curso, que durante tres años he cobrado el último plazo de la beca en verano, que me he sentido humillado pidiendo algo que era mío a unos señores/frantasmas que nunca sabían nada, que todavía hoy, después de concedérseme la beca el 2 de diciembre del año pasado, no he cobrado un duro (¡estamos en marzo!) que, al parecer, de las 100.000 pesetas que deben darme sólo veré por ahora 40.000 y que las otras ya caerán cuando el instituto que promociona y asiste al estudiante le parezca oportuno. /
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