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PRENSA

Polémica en Francia por el cierre de la oficina de prensa en la policía judicial

Todos los medios de información, favorables o contrarios al Gobierno del presidente socialista François Mitterrand, así como los medios judiciales, critican duramente el cierre "arbitrario" de la oficina de Prensa que, desde hace un siglo, les servía a los periodistas acreditados para recoger información en la sede de la policía judicial. El hecho sucede a un cataclismo que ha removido la cúpula de los mismos servicios, empezando por el jefe de la Brigada Criminal, Jacques Genthial. La razón de esta nueva "crisis de la Policía", según el ministro del Interior, Gaston Deffere, es el "exceso de indiscreciones", del que serían culpables los periodistas. La opinión pública no lo entiende así.Desde que el otro día se conoció la amplia remodelación realizada en la dirección de la policía judicial, todos los rumores sobre la trastienda del novelesco Quai des 0rfevres saltaron a la calle porque el motivo fundamental, según el Ministerio del Interior, eran las filtraciones que constantemente "entorpecen al gobierno del país" y se cuelan en los periódicos. Se habló de un escritor y panfletista célebre en este país, Jean Edern Hallier, que el año pasado fue víctima de un secuestro, y del que incluso se llegó a sospechar que se autosecuestró. En cualquier caso, él ya publicó su libro, titulado El secuestro. Ahora se supone que del Quai habían salido las indiscreciones que le han permitido escribir un libro, de aparición inminente, cuyo tema es la vida "indiscreta e íntima" del presidente de la República, François Mitterrand.

No es seguro que ese fuera el tema de la crisis. Más posibilidades se le han concedido a las relaciones del comisario Genthail con un periodista tercermundista relacionado con medios terroristas.

Temor a las 'filtraciones'

Pero de repente todo parece haberse clarificado, aunque las explicaciones convincentes no se prodigan, desde el momento que, también sin motivos explícitos, el ministro del Interior cerró la oficina que acogía a los periodistas de las agencias de Prensa que informan sobre estos temas judiciales. Querría decirse, se supuso, que el origen de las filtraciones que persiguen las autoridades políticas son los periodistas. La reacción ha sido unánime y brutal contra el Gobierno. "Ningún poder, ninguna institución, acepta permanentemente la transparencia de sus actividades", escribió ayer el director del vespertino Le Monde, en la primera página, subrayando que todo lo que está ocurriendo, y que ha culminado con el cierre de la oficina de Prensa, prueba eso una vez más. Y añade aún que el poder "tolera el espejo que es la Prensa a condición de que ese espejo le devuelva la imagen que él desea ver".Toda la Prensa, progubernamental o adversaria del poder socialista, todos los políticos de la oposición y no pocos de la mayoría, denuncian públicamente este acto, que consideran contrario a la libertad de expresión más elemental. Hasta Claude Estier, director del semanario socialista L'Unité y amigo personal del presidente Mitterrand, ha calificado la decisión como un "grave error".

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