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Castro cree posible una intervención de EE UU en El Salvador

El presidente cubano, Fidel Castro, afirma en una entrevista concedida al semanario norteamericano Parade que todavía es posible encontrar una solución negociada al conflicto salvadoreño. Las declaraciones, efectuadas al periodista Tad Szulc, serán publicadas en EL PAÍS del próximo domingo.El líder cubano declara que el posible hundimiento del Ejército de El Salvador, ante la creciente pujanza de la guerrilla, podría provocar una intervención militar norteamericana y que, por ese motivo, la guerrilla "está dispuesta a negociar porque el coste en vidas humanas y destrucción generalizada -de producirse la intervención- sería enorme para su pueblo. Pero para que haya una solución negociada hace falta que existan dos partes dispuestas a negociar y a hacer concesiones". Castro cree que una intervención norteamericana en Nicaragua sería todavía más generosa que en El Salvador puesto que "harían falta centenares de miles" de soldados norteamericanos para ocupar el país.

El líder máximo cubano no estima posible, en cambio, un ataque contra Cuba puesto que a raíz de la invasión norteamericana de la isla caribeña de Granada se han reforzado las defensas de su país. Al mismo tiempo, Castro asegura que, con 30.000 soldados cubanos en África, La Habana no está en condiciones de intervenir en América Central.

Sobre el tema de las relaciones con Washington, Castro lamenta que la muerte del presidente Kennedy, de quien se declara gran admirador, haya impedido un deshielo entre los dos países, pero que, con todo, aún sería posible mejorar el clima entre Cuba y EEUU si esta última potencia "aprendiera a respetar el derecho de los otros pueblos a hacer una revolución".

Las relaciones con la URSS no han dejado de tener sus altibajos, como reconoce el líder cubano, en especial cuando el líder soviético Nikita Jruschov negoció directamente con el presidente Kennedy el desmantelamiento de los misiles instalados en suelo cubano, en la crisis de 1962. Castro afirma que los misiles fueron ofrecidos por la URSS como protección, tras la frustrada invasión de Bahía Cochinos, y que "la posibilidad de retirarlos" no le había pasado por la cabeza ni siquiera cuando Kennedy ordenó el cerco naval de Cuba, lo que explica su disgusto ante la negociación directa entre Moscú y Washington. Únicamente, como dice Castro, cuando los soviéticos le mostraron todos los documentos relativos a la crisis comprendió que el acuerdo había impedido que estallara la tercera guerra mundial. En esos documentos se contenía la garantía explícita norteamericana de no invadir Cuba, así como el compromiso de retirar los misiles de la OTAN instalados en Turquía a cambio del desmantelamiento de aquellas armas soviéticas en la isla.

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