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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El flamenco, lo flamenco: ser o no ser

Terminó la cumbre flamenca que convirtió a Madrid durante una semana en algo así como la capital de lo jondo. Después del cante, el toque y el baile, es decir, después del espectáculo, vino la reflexión, el cambio de impresiones. Flamencólogos, artistas y aficionados celebraron tres sesiones de debates sobre temas concretos: Treinta años de flamencología, El flamenco en las artes, El flamenco, hoy.La flamencología, tremenda palabra. La introdujo Anselmo González Climent en 1955 con un libro que titulaba así. El vocablo quedó para definir esta ciencia, o lo que sea, que estudia, investiga, racionaliza un arte tan difícil de meter en corsés sistematizadores.

Se llegó a decir que la flamencología es siempre reaccionaria, porque cuando la ciencia analiza el arte, le aplica el dato y lo define en esquemas realiza una labor conservadora. Hubo el punto de vista totalmente contrario, el de afirmar que todo lo bueno que se ha producido en el arte flamenco en el curso de estos 30 años se debe a la flamencología.

El flamenco en las artes son muchos temas en uno: la literatura y la poesía, el teatro, los toros, el cine y la televisión, la pintura, la escultura, la fotografía... No había manera de concretar, de fijar líneas para el diálogo. Se habló mucho de toros, de las tradicionales afinidades entre el flamenco y los toros; del ser y el ambiente andaluz en que fundamentalmente se ha desarrollado; de los flamencos que quisieron ser -y a veces fueron- toreros, y de los toreros que quisieron ser -y a veces fueron- flamencos; del toreo como una manifestación más, en definitiva, de lo flamenco. Se habló mucho de literatura y poesía: de Lorca, de los Machado, de Alberti, de los poetas cultos que han prestado sus versos al cantaor flamenco, y de los otros, los antiflamencos que desdeñaron indiscriminadamente todo lo jondo, que hasta se ensañaron con un arte que, sin duda, no llegaron a comprender. Se habló algo menos de las artes en su vinculación con el flamenco, de la dificultad del artista para captar y plasmar en la tela o el bronce ese momento irrepetible e inaprehensible. El teatro, el cine, la televisión quedaron casi inéditos.

El cante, la guitarra y el baile

La música, la flamenca y las otras, tuvo amplias referencias. Los tocaores -y los bailaores también- se quejaron de que casi siempre que se habla de flamenco se refieren al cante, olvidándose la guitarra y el baile, cuando lo cierto es que en el arte flamenco igual importancia tienen esas tres facetas, que son equiparables. Es cierto, y tienen razón al quejarse, pero también es verdad que cuando se habla de cante se utiliza este término por inercia, porque se ha popularizado mayormente, pero que en realidad se están refiriendo al arte flamenco en su conjunto. La evolución de la guitarra flamenca, la evolución de la danza flamenca.Las otras músicas, desde el Falla del concurso de Granada de 1922 hasta el jazz de ahora mismo, con los conciertos de Paco de Lucía junto a dos grandes jazzistas americanos, o personalidades como Miles Davis y Chick Corea introduciendo resonancias flamencas en algunas de sus composiciones. Y Carmen Cortés bailando flamenco en el teatro Alcalá Palace acompañada por una formación de jazz. Otro tema fue la incorporación de instrumentos hasta hoy ajenos al toque flamenco, que para algunos de los participantes en los debates es inadmisible, mientras para otros es imprescindible en el nuevo flamenco.

El nuevo flamenco. Aquí es donde la polémica se exaspera, decantándose las posiciones hacia dos extremos irreconciliables: quienes se erigen en veladores a ultranza de la pureza original, defensores insobornables del flamenco que se nos está yendo quizá para siempre, y quienes aseguran que el flamenco está muerto y que nadie lo va a resucitar si no se buscan nuevas formas y una nueva manera de afrontarlo.

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