René Metras, galerista y animador de las vanguardias pictóricas de Barcelona, murió a los 58 años
Participó en la fundación de Dau al Set y fue introductor del informalismo en España
El galerista barcelonés René Metras falleció, en Barcelona, ayer viernes de una dolencia hepática, después de una corta enfermedad cuyos síntomas aparecieron durante la celebración de la feria Arco 83 en Madrid, en febrero. René Metras, nacido en Saint-Etienne (Francia) en 1926, se afincó en Cataluña en 1934, donde estudió la carrera de ingeniero textil y se convirtió, a principios de los años sesenta en el principal animador de la escena del mercado del arte, favoreciendo la llegada de las tendencias más rigurosamente vanguardistas del arte mundial y ayudando a la promoción de los artistas catalanes. Su labor fue la equivalente a la de Juana Mordó, recientemente fallecida, con la que mantenía una estrecha amistad.
La galería que llevaba el nombre de René Metras, fundada en 1962, recibió el pasado año un homenaje de la asociación de críticos por su contribución al desarrollo de la vanguardia artística, que en los últimos tiempos se había decantado, precisamente, hacia los artistas más jóvenes que cultivan la historieta y otros medios de expresión de consumo. El galerista desaparecido inició su aventura en el mundo del arte como pintor. Después de abandonar la pintura, en 1947, prosiguió en actividades vinculadas a la incipiente vanguardia del momento, principalmente entre el grupo de veraneantes de Sant Celoni (Barcelona), entre los que se contaban Modest Cuixart y Antoni Tápies. De este grupo salió el Club 49 y posteriormente la revista Dau al set, de la que fue tesorero. En este círculo de artistas y críticos estaban, además de los dos pintores antes mencionados, el poeta Joan Brossa, los críticos Juan Eduardo Cirlot y Arnau Puig, y los pintores Joan Tharrats y Joan Ponç.Desde 1951 empezó a coleccionar obras de los principales vanguardistas españoles y franceses, de forma que su galería contaba actualmente con fondos de arte muy interesantes, que le permitían proporcionar sorpresas en ferias como Arco, con la presentación de piezas apenas conocidas. En 1958 empezó a editar El Correo de las Artes, que cerró en 1962 a instancias de las autoridades gubernamentales de la época, por un reportaje sobre Modest Cuixart en el que se hacía amplia mención del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, que aquel año había recibido el Premio Stalin. 1962 fue también el año de apertura de su galería, en la calle de Consejo de Ciento de Barcelona, que desempeñaría un papel de primer orden en la reconstrucción de la escena artística barcelonesa y en la difusión de la pintura de la práctica totalidad de los pintores consagrados de hoy. Un papel equivalente había empezado a ejercer actual mente con relación a nuevos artistas, como Mariscal, Hortelano o José Luis Pascual.
Enamorado de la audacia
La galería René Metras supusó, principalmente en la primera década de su existencia, una apertura hacia las nuevas corrientes del arte mundial, principalmente hacia el informalismo Artistas como Hartung, Arp, Ernst o Vasarely se dieron a conocer prácticamente en España a través de la actividad del galerista fallecido.
Las reacciones ante la muerte de este animador incansable de la escena pictórica barcelonesa han sido de estupor y dolor, principalmente entre los pintores y sus colegas de las galerías de arte más próximas a la línea puntera y abierta que le había caracterizado. Modest Cuixart, por ejemplo, manifestaba a este periódico su pena y explicaba que Metras "no era simplemente un galerista, un marchante, sino un enamorado de la audacia y un incansable defensor del arte de vanguardia catalán". Según explica el artista "dejó de pintar para ayudar a sus amigos pintores, concretamentre a mí mismo, en línea en cierta forma con lo que hizo Joan Prats respecto a Joan Miró".
Tharrats, por su parte, lo definía como "un gran entusiasta del arte en general, que por su pasión era capaz de ir mucho más lejos de lo que le permitían los medios materiales. Todo lo nuevo le interesaba, pero su visión ilusionada por la novedad no era inconcreta ni endeble, sino segura, sabía orientarse e interesarse por las cosas que unos años después serían indiscutibles. Vivía únicamente para el arte. La trayectoria de su galería era aprovechable en su integridad".
Más información en la página 31
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.