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Heath pide explicaciones a Thatcher sobre contratos que benefician a su familia

Soledad Gallego-Díaz

El ex primer ministro conservador Edward Heath se unió ayer al grupo, cada día más numeroso, de quienes piensan que Margaret Thatcher debe explicar oficialmente cuál fue su intervención para lograr que el Gobierno de Omán otorgara un importante contrato a una compañía en la que su familia tiene intereses.La cuestión de Omán, suscitada hace un mes por el periódico dominical The Observer, está convirtiéndose en una difícil papeleta para la dama de hierro, que se niega a dar explicaciones y que no admite que nadie dude de su honestidad. Uno de los programas humorísticos más populares de la televisión británica, emitido por una cadena privada, dedicó el pasado domingo gran parte de su emisión al caso Omán, y prácticamente todos los periódicos, y no sólo los dominicales, recogen las últimas revelaciones sobre las actividades financieras de su hijo, Mark, y de su esposo, Denis.

La situación se ha ido complicando. Primero se dijo que su hijo había viajado a Omán mientras su madre se encontraba allí en visita oficial; luego, que la compañía cuyos intereses representaba Mark había obtenido un contrato, valorado en más de 300 millones de libras (unos 66.000 millones de pesetas), para construir la universidad de dicho país árabe. El hijo de Margaret Thatcher recibió probablemente una comisión de 50.000 libras.

Poco más tarde se publicó que la cuenta en la que dicho dinero fue ingresado está a nombre también del marido de la primera ministra, y que Margaret Thatcher se había entrevistado antes y después de ir a Omán con el director para Oriente Medio de la compañía en cuestión.

Pese a todo, la primera ministra sigue negándose a realizar una declaración oficial al respecto. Su teoría es que nadie en el Reino Unido tiene: derecho a dudar de su recto comportamiento, y que ella influyó a favor de la compañía mencionada porque era una empresa británica, y no porque tuviera nada que ver con su familia.

Hasta el momento, el principal partido de oposición, el laborista, se ha mantenido en una discreta segunda fila, dejando que la Prensa llevara, la iniciativa. Sin embargo, la sernana pasada, 200 diputados firmaron una carta exigiendo explicaciones, y se cree que el líder del partido, Neil Kinnock, puede verse obligado a participar personalmente en la polémica.

Las protestas laboristas no hacen tanto daño a Margaret Thatcher como las dudas suscitadas por su antiguo colega, Heath, que sigue siendo una personalidad en el Partido Conservador. Los asesores de la primera ministra creen que se ha equivocado en el enfoque del problema y que cuanto más tarde en realizar la declaración oficial, más dudas y rumores se habrán lanzado contra ella.

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