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El discurso del jefe de Gobierno

El presidente del Gobierno nos debía esta comparecencia en la televisión. Desde hace más de un año habíamos solicitado que apareciese ante los españoles y que, sin triunfalismos electoreros, lo que permitían los votos alcanzados, nos dijese la verdad. Esto es, que el gasto público en todos sus apectos -el de la Administración central, el de las autonomías, el de los ayuntamientos, el de las empresas públicas y el de la Seguridad Social- nos lleva al caos y que, en la solución que se requiere, deben quedar fuera todas las demagogias, comenzando por la de los famosos 800.000 puestos de trabajo. Con humildad, declara el señor González que tenía este compromiso de aparecer frente a los españoles, y que "por unas y otras circunstancias se ha ido aplazando".Desdichadamente, lo que nos ha explicado sólo es, de modo muy escaso, lo que habíamos solicitado. Únicamente parecen ser causantes del déficit, según la declaración presidencial, las empresas públicas, y de ellas, exclusivamente dos, siderurgia y astilleros, quedan señaladas por la marca de la reconversión. Es cierto que estos sectores no pueden continuar como funcionaban hasta ahora ni un día más. Cuarenta y cinco mil millones de pérdidas en construcción naval y más de 30.000 millones en siderurgia no son grano de anís. Pero el presidente no nos habló a fondo siquiera de estos déficit. ¿Proceden de Valencia o de Vizcaya?, ¿de Galicia o de Cádiz, ¿o bien de Asturias? Estas nebulosas, cuando lo que encubren son el despido de los obreros, la angustia de las familias, no se pueden mantener.

Es excelente que se nos diga en este mensaje que no existen "divisiones internas" en su Gabinete, que todo son "especulaciones", que él lo garantiza. Pues, si es así, y se decide mantener una "política econónÚca... con toda firmeza..., rigurosa", es preciso que se explique al pueblo. Repetidas veces hemos insistido en que hay que aclararlo todo, y lo cierto es que, salvo que se va a ser firme en estos dos sectores, ¿qué más concreto se ha dicho? Cuidado con creer que con echar al desierto estos dos chivos expiatorios en él desaparecerán para siempre nuestros pecados económicos, que tienen, por desdicha, tan abundantes protagonistas, que impiden tal simplista solución.

Faltó también, en este mensaje, que a los españoles se nos dijese hacia dónde se va con esta reconversión industrial. ¿Qué se va a hacer en el terreno energético? ¿Admite el Gobierno, o no, que el parán nuclear no tiene sentido? Yen el terreno de las relaciones laborales, ¿qué va a suceder?

Porque una progresión en el desconcierto actual no lleva a ninguna salida. Y de cara al exterior, los 1.000 millones de dólares ganados con una formidable devaluación de la peseta poco aclaran sobre el panorama que se decide tengan nuestros empresarios, salvo que con esa frase de que "nos vamos a integrar" en Europa crea el señor presidente que lo resuelve todo. Sería grave, porque no resuelve nada. Recuérdese que es preciso, de cara precisamente a la reconversión industrial sobre todo, saber el coste de la integración, esto es, qué sectores tienen futuro y cuáles no.

El reciente documento agrícola -¿o no es así?- nos señala que tal coste puede ser intolerable, y en tal caso, ¿qué futuro de reconversión cabe? Una serie de rasgos triunfalistas -"nos vamos a integrar en Europa", o que "en el año 83 hemos crecido más que el doble que la media de los países europeos"- indican que el presidente del Gobierno parece no haber comprendido la gravedad, de la situación. Porque nuestro paro y nuestros precios van por encima de la media de los países europeos, que cualquier comparación con ellos comienza a resultar más que alarmante.

Ha tardado más de quince meses en explicamos lo que sucede el señor Gorinizález y casi no nos ha dicho nada. Es esto grave, porque ello significa, en realidad, minimizar el problema. Cuando esto ocurre, al menos da la impresión de que es el resultado de no atreverse a afontarlo. La situación es tan grave que sería angustioso tener que esperar otros quince meses para conocer si efectivamente es así.

12 de marzo

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