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El presidente de Guatemala, Óscar Mejía, intensifica la represión contra los opositores al régimen

El Gobierno guatemalteco del general Óscar Mejía Víctores ha restablecido los métodos represivos utilizados en la época más negra del general Romeo Lucas. Más de 300 personas desaparecieron en lo que va de año y un centenar murió en acciones atribuidas a los cuerpos de seguridad.

Las detenciones bajo simple sospecha se han convertido en sucesos diarios, hasta el extremo de que unas 1.200 personas han pasado por los calabozos policiales. La Prensa guatemalteca califica el actual momento político como uno dé los más violentos en la historia del país.Ni siquiera los partidos de la derecha, comprometidos en el proceso electoral que debe conducir a los comicias constituyentes del 1 de julio, se han librado de la persecución policial. Mario Aguilar dirigente de la Central Auténtica Nacionalista, que practica un anticomunismo radical, ha manifestado que "la violencia oficial constituye una amenaza para la apertura política. Están persiguiendo y acribillando a dirigentes políticos y esto se refleja en todo el pueblo de Guatemala: hay miedo, pero también un descontento enorme".

La democracia cristiana denunció a finales de febrero el secuestro de 25 afiliados suyos. En un comunicado dio cuenta de la existencia de un compló para asesinar a su secretario general, Vinicio Cerezo, hecho del que responsabilizó a las fuerzas de seguridad.

Jorge Gálvez, dirigente de Fuerza Nueva, de orientación socialdemócrata, fue encontrado muerto a tiros poco después de notificarse su secuestro. Incluso el ultraderechista Movimiento de Liberación Nacional, que ha sido definido como el partido de la violencia organizada, sufrió el secuestro de un dirigente local.

Esta nueva ola de violencia ha elegido a la ciudad de Guatemala como escenario principal, a diferencia de épocas pasadas, en las que Ejército y policía centraban su acción en las pequeñas poblaciones. Colectivos profesionales, como abogados, médicos y universitarios, han sido sometidos a persecución. El rector de la Universidad de San Carlos ha denunciado la desaparición de 30 profesores y estudiantes en sólo una semana.

El miedo vuelve a ser la nota dominante. Todos los partidos legales (hay más de 30 en vías de formación) han criticado por igual la decisión de Mejía Víctores de mantenerse en la presidencia más allá de las elecciones constituyentes, hasta que se elabore la nueva carta magna.

El aumento cualitativo de la represión a los dirigentes políticos, que se habían librado de ella bajo la presidencia del visionario Efraín Ríos Montt, debe interpretarse a la luz de la pugna entre la camarilla militar de Mejía Víctores y la derecha, incluso la más cavernícola, convencida de que ha llegado la hora de los civiles.

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