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Tribuna:Dos nuevos paisajes para la historia del arte
Tribuna
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La maestría inédita de un barroco

Como una de las mejores noticias que hoy puede recibir cualquier amante del arte hay que calificar el hallazgo de dos paisajes desconocidos de Ribera, uno de nuestros principales maestros barrocos, los que definieron históricamente el estilo de la escuela española. Este par de pinturas del Españoleto, conservadas en el palacio de Monterrey, habían sido catalogadas hasta el momento como anónimos italianos de mediocre calidad (!), despiste justificable por la suciedad que recubría su deslumbrante belleza y el ambiente de penumbra de su ubicación.Descubrir hoy un Ribera inédito es un acontecimiento de resonancia internacional, pero mucho más si el cuadro en cuestión, que en este caso son dos, trata de un tema como el paisaje, escasísimo en nuestra pintura barroca y totalmente excepcional en Ribera, pues de hecho éstos son los primeros que de él se conocen. Desde este punto de vista, su valor es incalculable y obliga a replanteaise, como lo han sugerido los especialistas que ya han tenido la fortuna de contemplarlos, la visión crítica tradicional de este genial pintor.

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La cumbre de la madurez

Los dos lienzos representan un Paisaje con pastores, de 128 centímetros por 269 centímetros, y un Paisaje con fortín, de 127,5 por 269 centímetros, el segundo de los cuales está firmado y fechado en 1639 que es lo usual cuando se realizaba por encargo una pareja de pinturas. A fines de la década de los treinta, Ribera, que había nacido en 1591, se hallaba en la cumbre de su madurez pictórica, lleno de prestigio y, muy influyente en la evolución artística de sus colegas napolitarios. Durante esta misma década, Ribera pinta varias composiciones para el convento de las Agustinas de Salamanca, por encargo precisamente del conde de Monterrey, a la sazón virrey de Nápoles, así como también el espléndido conjunto de la serie de los profetas para la Cartuja de San Martín de Nápoles. De este mismo período son, por lo demás, las diferentes, versiones de Apolo y Marsias, la de Venus y Adonis, Isaac bendiciendo a Jacob, la maravillosa Piedad de san Martín, el Sueño de Jacob y tantas otras obras maestras.

Aunque Ribera ha dejado huellas de su talento en algunos fondos de paisaje, nunca hemos tenido la oportunidad de verle explayarse en el tema, tal y como se nos muestra en la pareja de cuadros, presentados ahora por el duque de Alba. De estructura apaisada y, dotados de una composición elasicista, de líneas diagonales en profundidad, la dorada belleza de sus colores armoniza a la perfección con la sobria y bien trabada arquitectura de su estructura. En verdad, estos paisajes están en ese justo medio de la perfección, roto antes por las fantasmagorías tardomanieristas de Didier Barra y roto después por la romántica inquietud de Salvatore Rosa. A su lado, en fin, empalidece el apocamiento de los lunetos paisajísticos de Caracciolo y el exotismo de Micco Spadaro. El 26 de noviembre de 1980, se anunció en EL PAIS el rescate de otra obra olvidada de Ribera, el Descanso en la huida a Egipto, procedente de la colección del marqués de la Torrecilla, cuadro importante, aunque muy restaurado. Tres años y medio después, el descubrimiento hecho en la Casa de Alba, ejemplarmente estudiado y expuesto por el actual duque en su discurso académico, supera todo lo imaginable y merece ser calificado como uno de los hitos más memorables de la actualidad artística internacional.

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