Piedra descentrada

Chocante la presunta crítica del libro de ensayos de J. A. Valente titulado La piedra y el centro que apareció en el suplemento literario de este periódico el pasado domingo 19 de febrero firmada por Andrés Trapiello. Más que de una crítica, habría que hablar, en efecto, del autorretrato de un crítico. El libro de Valente, es obvio, no ha gustado a Trapiello; nada que objetar. Pero es que no se trata sólo del libro; se trata también de la corriente de pensamiento en la que, a su entender, el libro se halla inserto: Bataille, Blanchot, Barthes, Lezama, María Zambrano. Tampoco le gusta Bernini, el escultor, ni, más en general, el barroco. No "alcanza a ver" el sentido de las palabras con las que Valente habla de la mística.. Y, en la medida en que tal sentido, no es útil para la vida, hay que suponer que tampoco le interesan las obras -igualmente faltas de la utilidad que exige- de Teresa,de Juan de la Cruz, de Molinos. Pese a que afirma no poseer la gracia de la fe, le sorprende que Valente escriba María (como en los evangelio) en lugar de escribir la Virgen María (como en los catecismos). Se pregunta si hay algún tipo de relación poesía-locura distinto al que quiso poner en práctica L. M. Panero. Parece creer que lo del papel en blanco lo ha inventado Valente, al igual que otros términos que han hecho fortuna entre sus muchos discípulos. Resumiento: lo que Trapiello echa de menos es la teoría, una teoría; innecesario - reguntarse cuál. Pero a este respecto, al situarse en el bando de los ingenuos frente al de los honestos, equivoca de nuevo el sentido de las palabras, ya que, en la cita de Eliot, ingenuidad puede entenderse también como simpleza. ¿Qué pudo impulsar a Trapiello a escribir semejantes cosas?Pasa a la página 10

Viene de la página 9

Pues, como dice Juan de Mairena, entre hacer bien una cosa y hacerla mal siempre hay un término medio: no hacerla. / Luis Goytisolo. .