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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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El pacifismo en los países del Este / 1

La conciencia del peligro de una guerra nuclear, provocada por la lógica irracional de los dos bloques enfrentados, ha suscitado el nacimiento de un movimiento pacifista en varios países del Este: República Democrática Alemana (RDA), Unión Soviética, Hungría, Checoslovaquia. Mal conocido en Occidente, todavía incipiente por el monolitismo de un sistema que no admite expresión social fuera de los canales del Estado-partido, merece tenerse en cuenta por el papel que pueda ejercer contra la anunciada implantación de misiles de alcance medio en suelo de Europa oriental, por su vinculación paulatina con el movimiento en favor de los derechos humanos y por sus propuestas de superación de los acuerdos de Yalta.La certeza de que, en caso de conflicto, el territorio alemán quedaría arrasado explica, sin duda la mayor penetración y consolidación de las tesis pacifistas en la República Democrática Alemana.

El movimiento en la RDA se extendió a partir de octubre de 1981 con la Carta abierta a Breznev, impulsada por el ya fallecido físico Robert Havemannn. En ella, el disidente de ideología socialista defendía la desmilitarización y neutralización de las dos Alemanias.En los meses siguientes, los sínodos provinciales de la Iglesia evangélica recibían cartas firmadas por miles de ciudadanos que reivindicaban un servicio civil para quienes rechazaran el servicio militar. La Iglesia apoyó esta petición al igual que había refrendado, en 1978, las protestas contra el entrenamiento premilitar en la escuela.En un documento público, el,sínodo de Sajonia solicitó a la Unión Soviética la reducción de los SS-20 y de las fuerzas blindadas. Desde entonces se suceden los actos pacifistas amparados por el clero.

El grupo Transformar las Espadas en Arados, cuyos simpatizantes lucen una ostensible chapa que reproduce una escultura soviética sobre el tema, mantiene círculos de activistas en Berlín Este, lena, Halle, Dresde, Karl-Marx-Stadt, Cottbus, Schwerin y Potsdam. Grupos de intelectuales y eclesiásticos han firmado varios manifiestos contra la militarización de la sociedad y la carrera de armamentos, como el Llamamiento de Berlín, en enero de 1982, qué pedía, además del desmantelamiento, de todo armamento atómico del suelo alemán, la retirada de las tropas de ocupación, la sustitución del servicio militar por un servicio social y la renuncia a los juguetes bélicos. Estas actividades, que, según el especialista en temas del mundo socialistas K. S. Karol, agruparían a 10.000 militantes, han conducido a una toma de conciencia política,que alimenta una crítica del sistema desde la izquierda (*).

El régimen, que mantiene oficialmente una posición favorable a la paz, ha manifestado, cierto desconcierto ante el fenómeno pacifista, lo que explica los vaivenes de una represión menos virulenta que para otras formas de oposicion. Sin embargo, varios militantes han sido condenados por "actividades contra el Estado" y muchos han perdido sus puestos de trabajo. Desde 1983, el régimen ha optado por la expulsión de los activistas más señalados, los cuales, instalados en la República Federal de Alemania (RFA), sirven de enlace entre la militancia interior y los grupos pacifistas occidentales.

En la URSS

En la Unión Soviética, varios científicos y artistas constituyeron, en junio de 1982, el Grupo para el Establecimiento de la Confianza entre la URSS y EE UU. Entre sus objetivos figuraban el desarrollo de una campaña en favor del desarme independiente del poder, un acercamiento entre las opiniones públicas de los dos bloques y el establecimiento de contactos con los movimientos afines del Este y del Oeste. En su declaración de principios, rápidamente avalada por 900 firmas, abogaban por la liquidación sistemática de todas las armas nucleares, la reducción del armamento clásico y la búsqueda de la confianza entre los pueblos para desarraigar cualquier tentativa de confrontación.

Un año más tarde, grupos similares se hablan formado en Leningrado, Novosibirsk, Odessa y Kiev. En mayo de 1983, militantes de Moscú se entrevistaron con una delegación de mujeres de Greenham Common invitadas por el movimiento pacifista oficial. Las británicas fueron a entrevistarse con las autoridades soviéticas, acompañadas por Olga Medvedkova, miembro del grupo de Moscú. Ello disgustó profundamente a los jerifaltes del pacifismo oficial, que interrumpió desde entonces todo contacto con las mujeres de Greenham Common. Al mismo tiempo, miembros del Grupo de Confianza que iban a entregar una nota de protesta contra la instalación de los Pershing en la Embajada del Reino Unido fueron detenidos. A pesar de haberse desmarcado del movimiento en favor de los derechos humanos, los pacifistas soviéticos han sido objeto de persecuciones. Acusados, ¡oh, imaginación del poder!, de ser agentes del imperialismo y del sionismo, casi todos los integrantes del grupo de Moscú han sido despedidos de su trabajo, lo que puede dar pie a un proceso por parasitismo. Algunos han sido ya condenados a penas que oscilan entre uno y tres años de cárcel. Con las distintas voces de la disidencia interna prácticamente acalladas, los grupos de confianza, por ahora silenciosos sobre la aventura afgana, esperan el apoyo del pacifismo occidental para seguir existiendo. En Hungría, el movimiento pacifista se formó a lo largo de 1982 y tiene su mayor implantación entre la juventud estudiantil de Budapest y las comunidades de base católicas.

Expulsiones en Hungría

Al principio tolerantes, las autoridades endurecieron su actitud a partir de 1983, tras los contactos establecidos entre pacifistas húngaros y miembros en la clandestinidad de Solidaridad. Los representantes que debían acudir en mayo a la conferencia de Berlín no recibieron su visado; en julio, la reunión internacional que debía celebrarse en Debrecen fue suspendida y varios pacifistas occidentales, que debían entrevistarse con sus homólogos húngaros, fueron expulsados del país. Las autoridades eclesiásticas, en aras de las buenas relaciones con el régimen, sancionaron a varios sacerdotes autores de sermones pacifistas. A pesar de ello, el movimiento perdura, amparado por parte de la oposición democrática, que cuenta, hecho único en los países del Este, con vanas revistas de publicación regular.

En la actualidad, el debate se centra en la determinación, de la postura frente a las instalaciones nucleares, soviéticas en Europa del Este. A pesar de las dificultades, los núcleos pacifistas siguen montando espectáculos callejeros y distribuyendo emblemas y proclamas en favor de la paz.

es publicista, editor y sociólogo francés.

(*) Ver entrevista a Thomas Auerbach y Peter Rösch, L'Alternative, noviembre-diciembre 1983, París.

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