El Icona y la reforestación
El bienintencionado artículo de don Francisco Llavero que publicó este diario el pasado día 14 de febrero, acerca del grave problema de desertización al que estamos asistiendo en muchas regiones de la geografía española, sienta unas bases, indudablemente acertadas, acerca de la culpabilidad colectiva de los españoles -bien regentes de las administraciones del Estado, bien simples regidos ciudadanos de a pie- en el nefasto resultado que ya hoy está teniendo para nuestro país la manifiesta desidia, arrastrada a través de generaciones, hacia el entorno natural, y, en particular, hacia la cubierta arbórea de España.Sin embargo, el texto del señor Llavero se desliza hacia una solución de la grave situación que a las personas medianamente informadas de los resultados de la política forestal española nos hace temblar de terror. Que a estas alturas se plantee que el peso de la responsabilidad en la reforestación del país lo lleve el Ministerio de Agricultura, y, concretamente, su organismo dependiente, el Icona, es ignorar los incuestionables hechos y poco menos que querer conducirnos al suicidio colectivo. Huelga aquí hacer comentarios sobre la nefasta gestión del Icona en la conservación del patrimonio forestal, pues es un tema suficientemente debatido en innumerables ocasiones (véase, por ejemplo, EL PAIS de 5 de agosto de 1983) y ha llevado a los sagaces campesinos de nuestro país a considerar a los técnicos forestales, que el señor Llavero denomina expertos, como una temible plaga más. Despertemos ya y abramos los ojos a la realidad: los señores técnicos del Icona forjan su experiencia en la explotación del bosque, al modo de una industria más, despreciando todo matiz conservador o regenerador del equilibrio natural; su formación no es de conservadores, sino de explotadores salvajes de la naturaleza. /
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