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Escándalo en Austria por una carta atribuida a EE UU que sugiere la cooperación militar con la OTAN

Una carta recibida en el Ministerio austriaco de Defensa, y filtrada posteriormente a la prensa vienesa, que lleva el membrete de la embajada norteamericana en Viena y la supuesta rúbrica de la embajadora Helene von Damm, ha creado un gran revuelo en medios políticos de la capital austríaca, ya que en la misma se hacen sugerencias para una cooperación militar entre Austria y la OTAN que violan la neutralidad constitucional de este país. Fuentes norteamericanas en Viena han negado que la carta proceda de la embajada, y manifiestan que se trata de una falsificación cuyo objetivo es deteriorar las relaciones entre ambos países. Este desmentido ha sido ratificado, si bien de forma muy tímida, por el Ministerio de Defensa austriaco.El Departamento de Estado norteamericano ve detrás de la carta "un paso más de la campaña de desinformación que llevan a cabo los servicios secretos soviéticos". En la carta, fechada el pasado 26 de enero, se solicita al ministro que estudie fórmulas de conectar el sistema austriaco de vigilancia de su espacio aéreo al de la OTAN "para el caso de un ataque nuclear soviético" y se indica que "otro país neutral" ha respondido afirmativamente a esta solicitud. Este "otro país neutral" sólo puede ser Suiza, tal como señala la prensa vienesa. La cooperación militar de Austria con cualquier pacto está prohibida en el acuerdo de Estado que tiene carácter constitucional.

En Viena se manejan tres hipótesis sobre la verdadera procedencia de la carta. Una es que la embajadora la escribiera realmente y se desdiga ahora, consciente de haber tenido una grave falta de tacto hacia la neutralidad austriaca que ha provocado gran disgusto en el Gobierno de este país. Otra posibilidad es que efectivamente se trate de una falsificación -muy bien realizada- con objeto de socavar las relaciones entre Austria y Estados Unidos.

La carta podría ser también parte de una intriga interior de la embajada norteamericana con el fin de dañar la imagen de Helene von Damm, una estrecha colaboradora del presidente Ronald Reagan. Antes de apostar decididamente por la segunda hipótesis, la embajadora reconoció la posibilidad de que alguien le hubiera pedido la firma para documentación rutinaria, ocultándole el contenido.

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