Funcionarios, cifras y teléfonos
En pocos días tendremos ocasión de padecer un eslabón más en la cadena de formalizaciones del Estado-jerarquía. De ello se va a encargar la Administración en estrecha colaboración con la Compañía Telefónica Nacional de España.A los responsables de este cambio histórico les deben parecer poco objetivos los parámetros utilizados hasta el momento para definir la clase social; así que, metidos de lleno en el modelo eficacia / PSOE, nada más lógico que asignarnos unos dígitos a cada ¿persona?, y de esta forma estaremos todos clasificaditos no como épsilones, betas o gammas (Huxley no conocía las deudas telefónicas de la Administración), sino de acuerdo al número de cifras que te sea permitido marcar en el lugar de trabajo.
"Yo soy un siete cifras", y todo el mundo reconocerá ipso facto a un mando intermedio (a los más de nueve cifras se les reconoce rápidamente por el porte y la distinción en el vestir) capacitado para comunicarse con cualquier persona que more en su provincia y se halle en posesión de un teléfono.
Los ¿señores? de sólo tres cifras (guarismo lógico, ya que no aprendieron a contar más de 999 en el colegio donde les llevaron) estarán perfectamente controladitos, pues cada vez que quieran comunicarse con alguien situado fuera del edificio donde prestan servicios tendrán que humillarse un poquito (mucho menos que en el caso del control por candado) y pedir permiso a un "siete cifras".
Para ascender en el escalafón numérico, los "tres cifras" pueden asistir a clases nocturnas, donde, además de enseñarles a contar más arriba de 1.000, podrán aprender ecuaciones de segundo grado y algo de lenguaje de máquina, porque el siguiente paso de la Administración en su proceso de formalización del Estado-jerarquía será hacernos comulgar con ruedas de software y máquinas que reconvierten obreros en plan industrial.
¡Y todo en nombre del futuro!
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