_
_
_
_
Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mejor concierto de la temporada

El último concierto organizado en el teatro Real por el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea figura entre lo más interesante que hasta la fecha nos ha ofrecido la temporada musical madrileña. Sin embargo, un programa monográfico dedicado a Roberto Gerhard, con intérprete londinenses de primera categoría, convocó un auditorio bastante reducido, lo que hace pensar si nuestro público no es excesivamente fervoroso y amigo de la repetición y demasiado poco interesado y aún menos, inquieto por programas novedosos.Roberto Gerhard, es bien sabido, supone no sólo una alta cima en la creación española del siglo XX, sino un ejemplo singularísimo de original modernidad. Discípulo de Pedrell y de Granados, lo es también, a partir de 1922, de Arnold Schönberg. La obra de Gerhard, aún evolutiva, se mantiene leal a todo y a todos los que estimó, del mismo modo que su internacionalidad radical, avivada por el larguísimo exilio en Gran Bretaña (desde 1938 hasta su muerte, en 1970), no quiso decir jamás desarraigo. Se sintió sinceramente español y profundamente catalán. Después de haber iniciado su andadura dodecafónica con el Quinteto de viento, escuchado ahora, dedica su atención a la cantata L'alta naixença del rei Jaume, al ballet Soirées de Barcelona o al Homenaje a Pedrell, en el que emplea, igual que Falla, material de La Celestina.

Si el Quinteto (1928) supone la difícil juntura de lo serial y el diatonismo tradicional -y hasta hispánico en algo-, el Concierto para ocho, escrito, según Gerhard, "casi en el espíritu de la comedia del arte", en 1962, nos habla de la definitiva madurez a través de un lenguaje en el que color, ritmo, transformaciones continuas y viveza de espíritu enseñan la posibilidad de un schönbergismo alegre con el que Luis de Pablo soñaba, jovencísimo, cuando se sorprendía tan entusiasmado ante Webern como ante Rossini.

El anterior Noneto ( 1957) resulta hoy, dentro de su bella perfección, más estructural, al menos si se compara con las maravillas de Libra (1968) y Leo (1969), en las que el compositor alcanza, a las puertas de la muerte, la cima de su camino, al resolver su plural pensamiento en formas tan sintéticas como sumamente clarificadas. Los colores, las ideas melódicas y rítmicas, el juego de las intensidades, aparecen con transparencia e Iluminación de cristal veneciano. Al contrario de lo que decía Mompou sobre su música (nada cierto), la de su amigo de juventud y compañero de grupo creador no sólo tiene aire y luz, sino que de ellos toma los valores sustanciales. Quizá el de Gerhard constituye el más bello y libre serialismo mediterráneo de la historia musical.

No hace falta mucho espacio para calificar el trabajo de los instrumentistas de la London Sinfonietta, dirigidos por Oliver Knussen: fue sencillamente perfecto y, por tanto, aplaudido con largueza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_