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El motorista

Nadie ha sabido plasmar la imagen de aquel motorista repartidor de los ceses de Franco, motorista negro o caqui, que iba de El Pardo a su destino por la vía más corta de lo inapelable. Un político destituido por Franco sabía que el motorista venía y se iba por un túnel de silencio, ni siquiera se quitaba el casco, ni los ojos postizos de insecto, ni los guantes, ni el silencio de unos labios sellados, labios de ángel mensajero de aniquilaciones. De todos los ministros de Franco, el más afectado por la aparición del ángel de la muerte política fue Arias Salgado, Gabriel de nombre, arcángel de nuestras creencias, que consiguió salvar las almas de muchos españoles metiendo a toda España dentro de una funda de camisón con ventanilla. La amargura del cese se le metió en la aorta y no paró hasta que llegó al corazón, un fruto amargo, como ya había advertido Ignacio Aldecoa.De todas las víctimas de aquel motorista, mitad monje mitad guardia de Franco, sólo una renació de sus cenizas por el procedimiento de ser más inasequible al desaliento que un saguntino reconvertido. Me estoy refiriendo a Fraga, el único ministro destituido del franquismo que se sucedió a sí mismo y ha tenido más porvenir que el generalísimo. Nada se ha contado del choque, sin duda alguna frontal, entre el motorista y don Manuel. Las compañías de seguros corrieron un tupido velo sobre las catástrofes mecánicas y no consta que el motorista fuera internado en ninguna unidad de cuidados intensivos, así en la tierra como en el cielo.

¿Cómo fue el motorista de UCD? ¿Cómo es el motorista del PSOE? Es posible que el actual Gobierno, entre el regeneracionismo de Joaquín Costa y el posmodernismo de Rubert de Ventós, envíe los ceses a través de un servicio de mensajeros, por un frágil motorísta pasota con casquillo más que casco, wambas sucias, cazadora de naílon con leyenda rockera y un desganado parte de cese: "Que no vuelvas por la Moricloa, tío, que estás más visto que Julio Iglesias". Y si el destituido pide un respeto o explicaciones, por respuesta un poco de gas y un implacable "no te enrolles, Charles Boyer".

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