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¡Cómo está el servicio!

Cinco Días( ... ) El real decreto que establece las normas de cotización a la Seguridad Social ha dispuesto, en su apartado sobre el régimen especial de los empleados del hogar, una subida de las cotizaciones desde 3.500 hasta 6.300 pesetas mensuales. Es un incremento de nada menos que un 85%, que se deriva de la suposición de que el salario base mensual de estos trabajadores es de 39.500 pesetas, al que se le aplica un tipo de cotización del 16%, con el 3% a cargo del trabajador y el 13% restante a expensas de la familia que le da trabajo. Esta cotización no es deducible a la hora de pagar el impuesto sobre la renta de las personas físicas.La Administración ha hecho caso omiso de una situación real caracterizada por salarios inferiores al que se ha fijado como base teórica, desconociendo que existen compensaciones en forma de prestaciones de comida y alojamiento, y ha dictado un encarecimiento de costes que puede conducir a un descenso del empleo directo en el servicio doméstico o, de rechazo, a un abandono de sus puestos de trabajo por parte de amas de casa que desempeñan tareas cualificadas por cuenta ajena.

La decisión de subir tan considerablemente las cotizaciones puede llevar a un incremento de las prácticas irregulares de contratación, registrándose bajas en el censo de quienes cotizan a la Seguridad Social, aumentando las contrataciones con compañías privadas para cubrir enfermedades y accidentes, y extendiendo el sistema de contratar el trabajo de asistentas durante sólo dos días cada semana, porque a partir del tercer día es preciso cotizar. Los niveles de empleo actuales sólo podrán mantenerse con menores ingresos para la Seguridad Social y con un nuevo aumento de la economía subterránea, tan perseguida verbalmente y tan fomentada en la práctica a través de los textos del BOE.

Sorprende que los activos movimientos feministas no hayan emitido opinión sobre el asunto. Es posible que ello se deba a una pudorosa actitud que les desaconseje ocuparse de algo que, en apariencia, resulta una conquista social, mientras que lo contrario se interpretaría como un fomento de la dominación de amos sobre criados; pero también cabe pararse a pensar en las consecuencias que la medida puede tener para el trabajo femenino en sus dos extremos de menor y mayor cualificación.

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En unos momentos de honda preocupación por la situación del empleo no está de más recordar que mejoras sociales de semejante cuño determinaron años atrás la sustitución de muchos empleados de fincas urbanas por porteros automáticos. Berlanga se encargó de glosarlo a través del industrial catalán que incorporaba José Sazatornil en La escopeta nacional. Quizá la intención actual, dada la necesidad de que la reconversión abra paso a industrias de tecnología avanzada, sea fomentar la compra de robots para encargarse de las tareas domésticas.

Si esa mayor aportación de fondos a la Seguridad Social sirviese además para que estuvieran bien gestionados y se cumplieran los objetivos de previsión que se buscan aún cabría un resquicio de aprobación a esta insólita subida del 85%. Como no caben demasiadas esperanzas de que se cumpla tal deseo, sólo queda el recurso de entonar una de las frases favoritas de la gente bien de principios de siglo: ¡cómo está el servicio!

, 11 de febrero.

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