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Madres de drogadictos italianos se convierten en confidentes para luchar contra la droga

Juan Arias

Tienen ya un nombre: las Madres de Primavalle, que es el nombre de uno de los barrios más poblados y con mayores problemas sociales de Roma. No combaten contra los generales, como las Madres de Plaza de Mayo, pero casi. Su lucha es contra los vendedores de droga que han infestado el barrio y han destrozado cientos de familias. Precisamente estas, mujeres que han salido juntas a la calle para dar su batalla son casi todas ellas víctimas de la droga, al ser madres de drogadictos. Un problema que se ha ido agudizando cada vez más en este país, donde muere un joven al día víctima de la heroína y donde existen no menos de 250.000 drogadictos habituales controlados.

Hace pocos días el problema de la droga se convirtió en tragedia para dos, madres italianas que mataron a sus hijos, víctimas de la droga. "porque ya no podían más", como afirmaron con lágrimas en los ojos ante los jueces. Los tribunales han sido comprensivos con estas dos madres y las han condenado a sólo seis años de cárcel. Pero el problema está ahí, sobre el tapete, y muchas otras madres se han solidarizado con las detenidas, afirmando que ellas también tienen a veces la tentación de acabar trágicamente con un problema "que les supera y que no saben cómo resolver".Estas madres de Primavalle, más preparadas políticamente, se han organizado y se han convertido en el terror entre los vendedores de droga del barrio. Cada una de ellas es una colaboradora de la policía y han ido denunciando uno a uno a los que ellas consideran los asesinos de sus hijos. Se han presentado a los carabineros y a la policía y se han ofrecido para trabajar con ellos. Única condición: que las denuncias pudieran quedar, por el momento, en el anonimato para evitar represalias.

Para los carabineros ha sido una experiencia inédita de lo que pueden significar un centenar de madres dispuestas a colaborar seriamente y con tenacidad. Y la cifra ha saltado a los periódicos y es elocuente: más de 200 de estos vendedores de droga han desaparecido como por encanto del barrio. Un barrio donde el año pasado, según datos de la policía, 82 atracos y 2.900 robos habían sido perpetrados por drogadictos.

Batalla civil

Ahora el problema es que los vendedores de droga de Primavalle se han trasladado a otras zonas de la capital. Pero también allí las madres, siguiendo el ejemplo de las de Primavalle, se han empezado a organizar como las de Casalbertone y San Basilio o las del barrio Nomentano. Y todas han sido unánimes en defender su independencia política, afirmando que no quieren confiarse a ningún partido político concreto que ya había empezado a cortejarlas. Quieren que su batalla sea civil, que la apoye la Prensa y todas las instituciones del país.

El primer problema, después del de la lucha contra los traficantes, es el de la recuperación de aquellos jóvenes que ya están atrapados por la droga. En Italia existen sólo 120 centros, la mayor parte en manos privadas o religiosas, subvencionados en general por las mismas familias de drogadictos o por instituciones regionales o provinciales. Estas comunidades son acusadas, en algunos casos, de ser demasiado severas, de no permitir que estos jóvenes salgan hasta que no den garantías de no volver a consumir drogas.

Los responsables de estos centros se defienden: "Veía a los drogadictos caer por tierra en la ciudad de Rímini y nadie se acercaba a ellos", dice Vincenzo Muccioli, creador de la comunidad de San Patrignano, "y ahora en nuestro grupo hay 410 jóvenes, lo cual significa que hemos quitado al mercado droga por 10.000 millones de pesetas al año, y de estos jóvenes, 83 estudian ya en la Universidad".

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