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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Científicos españoles, en busca del tiempo perdido

España padece ahora las consecuencias de un desarrollismo tecnológico que ha carecido fundamentalmente de investigación básica, señalan los autores de este trabajo, tres científicos que hablan en nombre de un colectivo de 32 que ha participado en la elaboración de este texto.

En buena medida, la investigación de mayor calidad y también la investigación de vanguardia realizada por científicos españoles se hace fuera de España. Este hecho lleva a buscar la raíz de nuestra incapacidad para la innovación científica no en los investigadores españoles, que cuando encuentran un clima científico adecuado pueden desarrollar su trabajo con brillantez comparable a la de la comunidad científica internacional, sino en motivos de carácter social. La escasa valoración que, por diversas causas, hace nuestra sociedad de la actividad científica se plasma desde hace mucho tiempo en la actitud de muchos gobernantes de cara al problema del escaso desarrollo científico español. Esta actitud se caracteriza por la formulación de grandes promesas y por el reconocimiento, generalmente tardío, de su incapacidad para cumplirlas.Reforma de la investigación

El triunfo del PSOE en las elecciones de 1982, presentando un programa donde se contemplaban un conjunto de acciones que podrían modificar de manera esencial la situación actual de la ciencia española y crear unas bases realistas para un futuro desarrollo a científico, despertó no pocas esperanzas entre una parte de los científicos españoles, incluyendo a muchos que en la actualidad trabajan en el extranjero. Pasado un año, un grupo de investigadores españoles, biólogos en su mayoría, que trabajamos en España y en otros países, nos reunimos en Madrid para, sin ánimo de confrontación con el equipo ministerial responsable de la política de ciencia e investigación, pero sí con la intención de realizar una crítica e intentar servir de acicate a la parsimonia de las acciones administrativas, analizar los indicios que hacían vislumbrar la proximidad, o lejanía, de los cambios anunciados. Resultado de esta reunión fue la elaboración de unas conclusiones y su discusión con las personas encargadas de la política científica del Gobierno.

Si bien el actual Gobierno no es el responsable primario de la situación actual, en cuya creación han participado varias generaciones de políticos y científicos, cuyos intereses personales no contemplaban la formación de una comunidad científica eficaz, el PSOE se ha comprometido en su programa a situar la actividad de la ciencia española dentro de los niveles de calidad y competitividad propios de los países industrializados. Pensamos que el Gobierno puede y debe cumplir este compromiso; sería muy difícil que otro Gobierno lo hiciese. España se encuentra ahora en una posición relativamente favorable, aunque quizá poco duradera, para realizar éste proceso de innovación: tanto dentro como fuera del país hay un buen número de científicos españoles capacitados para asimilar las modernas técnicas de investigación, desarrollarlas y participar en la creación de un colectivo investigador de calidad y socialmente útil. No cabe duda de que cuesta dinero, pero las cantidades son relativamente pequeñas si se comparan con otros gastos que realiza el Estado. Es más, una reforma profunda de la investigación haría aumentar la rentabilidad y eficacia de los recursos dedicados a la investigación, y que por diversas causas, en cuyo análisis no entramos por el momento, pueden considerarse malgastados y a veces desperdiciados.

En nuestra opinión, la investigación debe basarse primariamente en la existencia de unos equipos humanos y materiales que cultiven lo que ha dado en llamarse investigación básica. Países como Estados Unidos, República Federal de Alemania, el Reino Unido o Japón, que ejecutan la mayor porción de la investigación aplicada mundial, dedican fuertes sumas de su presupuesto a la investigación básica.

Política científica

Por eso es hora de que el Gobierno defina claramente una política científica y ejecute las acciones necesarias para ponerla en práctica. A este respecto sería imprescindible decidir si la ciencia y los científicos desarrollarán algún papel en el futuro del país; y si es así, sería necesario poner los medios para que el cambio se produzca realmente.

Hasta el momento, nuestro diálogo entre científicos y políticos ha sido imposible; no por falta de conversaciones, que se han tenido, sino porque los dos colectivos hablamos lenguajes diferentes. Los científicos de este país nos encontramos con unos problemas cotidianos para trabajar dentro de una Administración que nunca ha entendido que el trabajo en un laboratorio no puede reglamentarse como el de una oficina. Quienes de nosotros se encuentran en el extranjero y quieren regresar, se enfrentan a la incomprensión oficial, pues aún se considera la recuperación de cerebros como principal meta, sin percatarse de que, en este trabajo, hoy día cuenta tanto el investigador como el ambiente científico y social en donde realiza su labor. Algunos científicos españoles que trabajan fuera son funcionarios en excedencia, por eso sería fácil recuperarles si sólo se tratase de darles un puesto en la Administración; pero ¿querrían regresar a un país donde su actividad se vería gravemente menguada por todo tipo de problemas triviales? Los responsables de la política científica del país no pueden haber olvidado que lo esencial para realizar una buena investigación es tener grupos de investigación de calidad, y esto se consigue teniendo al mismo tiempo buenos científicos en unos centros de investigación funcionales y bien dotados de medios. La fórmula es muy sencilla: planifíquese una política coherente de personal, de centros y de financiación; ejecútense las acciones previstas con rapidez y, por último, manténgase esa política de forma estable.

Si todos estos puntos estaban ya en el programa electoral del PSOE, si los encargados de la política científica del actual Gobierno han trabajado hasta hace bien poco en los laboratorios y si nos aseguran estar llevando a cabo el programa propuesto, ¿cómo es que los investigadores vamos perdiendo esas esperanzas del año pasado? Nuestras conversaciones con los responsables de la Secretaría de Estado de Universidades le Investigación y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han concluido con el convencimiento mutuo de que es necesaria una rápida y decidida acción de gobierno. Existe por parte de la Administración el compromiso de presentar al Congreso una ley de investigación científica en el plazo máximo de cinco meses. Nosotros pensamos que la solución debe incluir más cosas. La ley, sin otras medidas como las que ya hemos enunciado, no es suficiente. Está pasándose el momento de tomar las decisiones imprescindibles para recuperar el tiempo perdido.

Miguel Vicente y Jesús del Mazo son colaboradores científicos del CSIC en Madrid; Lucas Sánchez es investigador del European Molecular Biology Laboratory en Heidelberg. En el grupo de discusión que ha elaborado este artículo participaron M. Barbacid, I. Guerrero, R. Marco, A. Pellicer, E. Rodríguez-Farré y 24 firmas más.

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