Un candidato para el 'sueño americano'
La característica que mejor defline al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, es la de ser el gran comunicador entre el poder y la mayoría de los ciudadanos estadounidenses, según confirman los sondeos de opinión. Al anunciar su candidatura a la reelección, Reagan intenta continuar ejerciendo el papel de líder que inspira confianza y optimismo ante el futuro de los norteamericanos.Criticado por la oposición, temido por los liberales, minimizado por su imagen de cowboy en las opiniones públicas de los países de Europa occidental, Reagan permanece fiel a su personaje. Continúa y desea prolongar esta misión durante otros cuatro años al frente de la Casa Blanca, ofertando la mercancía política del Partido Republicano.
A lo largo de sus tres primeros años en la presidencia de EE UU, Reagan pudo resumir su gestión como un milagro para el resurgir de la economía estadounidense, principal factor que determinará el voto presidencial del 6 de noviembre de 1984.
Al presidente, ex actor de Hollywood de la serie "B", se le dá bien el papel de primera figura que actualmente interpreta desde la Casa Blanca. Sabe torear a los periodistas en sus conferencias de prensa, en las que un chiste, una mueca o una sonrisa casi de anuncio dentífrico contribuyen a allanar diferencias. Naturalmente, los editoriales de los periódicos liberales no se dejan seducir fácilmente por las astucias del ex actor. Pero, probablemente, sí logra convencer a gran parte de sus conciudadanos, a todos aquellos que creen en el mito del sueño americano. Un país, una nación "demasiado importante como para limitar sus sueños", como les dijo Reagan al tomar posesión de la Casa Blanca, el 20 de enero de 1981.
Reagan logra, mucho mejor que sus predecesores, hacer pasar el mensaje. Se trate de aprobar presupuestos con el mayor gasto militar de la historia norteamericana en época de paz, o convencer de la obligación moral que tenía de enviar a los marines para rescatar la isla de Granada.
Con pocas conferencias de prensa -para evitar errores-, bastantes declaraciones televisadas y una alocución radiofónica semanal, los sábados a mediodía, Reagan establece comunicación con el público. Tiene tablas.
Excelente locutor
No ha perdido sus condiciones de excelente locutor radiofónico, condición bajo la que le descubrió, en 1937, un agente artístico de una productora cinematográfica. Debutó entonces en el mundo del cine, rodó 55 películas, casi siempre en. interpretaciones secundarias. En guiones sobre epopeyas de la guerra mundial o la guerra de Corea, junto a personajes del Oeste, incluidos los de sheriff bonachón y justiciero.
Su lenguaje conservador y demagógico -mantenido hasta hace poco en, un discurso en el que definió a la Unión Soviética como un "imperio diabólico"- le viene a Reagan desde la época del maccartismo, en 1952, cuando participó en la caza de brujas desde su cargo de presidente de la Screen Actors Guild (sindicato de actores). Pero la fama política de Reagan comenzó en 1962, al defender la candidatura presidencial del ultraconservador republicano Barry Goldwater.
Ingrato Nixon
En 1966 litigó -y ganó- la elección para gobernar California, el Estado más poblado y uno de los más dinámicos de la Unión. Renovó su cargo con un segundo mandato, y apoyó sin reservas -quizá con ánimo de sucederle- al presidente R¡chard Nixon, primero, en los momentos más duros de la guerra de Vietnam, y después, durante el escándalo del Watergate, que acabó con la era Nixon.
Favores que Nixon no le agradeció, al calificar a Reagan como alguien que "podría llegar a ser un buen presidente, pero que la gente podría confundirlo con un cowboy". Era la época en que Reagan luchó por la nominación presidencial republicana contra el presidente Gerald Ford.
Sin embargo, Reagan, con sus expresiones vaqueras, lenguaje simple y llano, pero comprensible para la mayoría del pueblo norteamericano, volvió a la carga política. En las elecciones primarias de 1980 desbancó desde el primer momento a su rival más directo, George Bush, a quien después repescó dándole el cargo de vicepresidente. Arrasó en la elección presidencial del 4 de noviembre de 1980, con una victoria histórica que dejó en la cuneta al presidente demócrata Jimmy Carter por 483 votos contra 49.
Un Reagan radiante, confiado y optimista, ha representado la cara visible del poder norteamericano en esta primera legislatura. Se prepara para seguir adelante en uña segunda, que, de obtenerla, le mantendría en la Casa Blanca hasta 1988. Para el veterano ex actor, que cumplirá 73 años el próximo 6 de febrero, el papel de presidente le viene como anillo al dedo. Los republicanos no podrían encontrar probablemente nadie mejor a la hora de convencer, mal que bien, de su política a la mayoría de los estadounidenses. Reagan merece el calificativo de gran comunicador que le atribuye la Prensa.
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