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Reportaje:

Las regiones europeas quieren estar en Bruselas

La Conferencia de Estrasburgo replantea la relación de los Estados miembros con la CEE y el aumento de los desequilibrios territoriales

Rosa Cullell

ENVIADA ESPECIAL

El Tratado de Roma no preveía explícitamente la adopción de una política regional comunitaria. Sólo al comprobar que la formación del Mercado Común no amortiguaba los desequilibrios territoriales, sitio que éstos aumentaban, se comenzó a plantear la necesidad de actuaciones regionales por parte de los Estados y de la propia Comunidad.

Los primeros pasos hacia la adopción de algún tipo de política regional comenzaron en 1957 con la creación de la Conferencia Europea de Autoridades Locales, en la que no se mencionaba todavía el término región. La política regional no recibe un impulso significativo hasta que empiezan las negociaciones para la primera ampliación, como efecto de las presiones ejercidas por el Reino Unido para compensar las consecuencias de la política agraria, común. A causa de ello se creó en 1975 el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y se instituyó la Conferencia de Autoridades Europeas Locales y Regionales.

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Desequilibrio regional

El FEDER, principal instrumento de la política regional de la CEE, surgió ante la necesidad de transferir fondos de las regiones ricas a las menos desarrolladas.Hasta 1979 las acciones del FEDER se limitaron a aquellas regiones en que ya existían ayudas de los Estados miembros (financiación llamada sous-quota). Tras la revisión del fondo, además de esta modalidad de ayuda, se acordó dedicar un 5% del fondo a acciones comunitarias específicas de desarrollo regional, al margen de los programas de política regional de los Estados miembros (financiación conocida como hors-quota). Este reducido porcentaje es el destinado a solventar acontecimientos graves en alguna región (terremotos, inundaciones) o a compensar económicamente a zonas donde la crisis haya provocado una gran pérdida de empleos.

Hoy, cuando la crisis afecta cada vez más a las regiones industrializadas, el 95% del fondo sigue destinándose a regiones eminentemente agrícolas o artesanas, sin solucionar los desequilibrios regionales. Regiones que se consideran desarrolladas, y cuya única posibilidad de salir de la crisis sería aplicar programas de reconversión tecnológica, no cuentan con una ayuda directa de la CEE.

Si bien la crisis iniciada en 1973 ha reducido una parte de las diferencias, al disminuir la renta de las regiones punta y crecer la de las intermedias, los desequilibrios existentes permanecen en lo fundamental. La futura entrada de España y Portugal en la CEE aumentará estas distancias, al aportar zonas de escasísimo desarrollo. La Comisión anuncié en 1981, saliendo al paso de las críticas hechas al programa del FEDER, una revisión radical del fondo para 1983. En la revisión se preveía que la financiación non-quota pasaría de un 5% a un 20%, pero el reglamento aún no ha sido modificado. Según las estadísticas de 1981, tras el ingreso de Grecia en la CEE, el país que recibió mayor ayuda económica fue Italia, seguido por Gran Bretaña, Francia y Grecia, mientras que Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca o la RFA recibían únicamente de un 1% a un 6% del FEDER. Países beneficiados por el actual programa, como Italia y Francia, se oponen a la revisión del fondo. Los intereses contrapuestos de los diez han desembocado en el actual callejón sin salida en que se encuentra la política regional de la CEE.

Política centralista

La diversidad de la estructura regional de Europa, formada por länders, counties, cantones, departements, distritos o comunidades autónomas hace muy difícil sino imposible la puesta en marcha de una política regional europea. La primera Conferencia de las Regiones, celebrada esta semana Estrasburgo, evidenció la resistencia de los Estados miembros a perder el control político sobre un tema que puede tener consecuencias económicas, sociales y políticas de gran alcance. El bloqueo que los aparatos estatales vienen imponiendo a una eventual relación directa entre sus respectivas regiones y la Comisión demuestra que la romántica idea de la Europa de los Pueblos está aún a años luz de la galaxia comunitaria.Ferdinand Kinsky, director general del Centro Internacional de Formación Europea, opina que la regionalización también está sufriendo una crisis. "En un momento", señala Kinsky, "en que Margaret Thatcher y su Partido Conservador manifiestan una clara hostilidad hacia el proyecto de regionalización del Reino Unido; en que los länder alemanes muestran su pesar ante la escasa cooperación de Bonn; en que los poderes locales franceses tienen problemas graves con París; en que las autonomías de Cataluña y el País Vasco luchan por sus transferencias y cuando valones y flamencos no se ponen de acuerdo dentro de su propio país, la oposición de los Estados europeos a todo proyecto de regionalización parece clara". Para Kinsky, "el drama de la regionalización belga, francesa, española y de la Comunidad, en general, es que estos movimientos han surgido en un momento coyuntural de crisis económica".

El comisario de política regional de la Comisión de la CEE, Antonio Giolitti, en la primera Conferencia de las Regiones advirtió a las asistentes: "la utilidad de la política regional será manifiesta cuando sea verdaderamente positiva, cuando los desequilibrios regionales sean solucionados. Pero no nos hagamos ilusiones, sería como conjugar la utopía política de una perfecta solidaridad interregional con la utopía teórica de una economía perfecta, en un mercado perfecto".

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