Robots para el frío
La larga marcha que va de 'Tiempos modernos' a la ficción científica en Unidad Hermética
"El robot permite que desaparezca el charlot, es decir, el hombre que hace un trabajo rutinario, y le ofrece a cambio la posibilidad de desarrollar una labor más creativa, así como de incrementar la producción" explica Daniel Audí, director técnico de Desarrollo Industrial de Unidad Hermética, SA, quien añade que "este incremento se realiza en esta empresa creando un tercer turno". Unidad Hermética, empresa de Sabadell, con 1.750 trabajadores, fabrica cerca de 11.000 compresores diarios para frigoríficos y acondicionadores de' aire, el 65% de los cuales son exportados a 30 países. En la actualidad, acaba de firmar un contrato de colaboración técnica con la firma japonesa Hitachi. La factoría vallesana ha iniciado la primera etapa de la revolución robótica, siendo pionera en su sector en la incorporación de los procesos de automatización. Son la punta de lanza de los robots para el frío.Los primeros ensayos de robotización en la empresa se iniciaron en 1977, cuando se decidió adquirir un primer robot del tipo angular, que se consideró una inversión didáctica. Pronto se vio que la máquina presentaba tres problemas: era demasiado grande, trabajaba demasiado lenta y la transformación del entorno costaba más caro que el propio robot. Un inconveniente posterior del robot fue el retraso en obtener la reposición de una válvula, que lo tuvo dos meses parado, de ahí que se viera la necesidad de adquirir en el futuro robots con un buen servicio postventa. Este primer muñeco -nombre con el que en la fábrica se denomina a los robots por contraposición al charlot de Tiempos Modernos o trabajador de la cadena de montaje- acabó en una línea de compresores de aire acondicionado que trabaja con una cadencia más lenta que la de los compresores de refrigeración.
"En 1981, alentados por la aparición de robots más pequeños y más veloces, se puso en marcha una operación para aplicar elementos de automatización en la empresa, que nos ha servido para calibrar hasta que punto es posible la robotización de la factoría", expone Enric de Bobes, subdirector de. la firma vallesana. Fundamentalmente se escogieron cuatro tipos de robots: Para la línea de fabricación de cuerpos, para la línea de cigüeñales, para el montaje de válvulas y para soldar el cierre de las cubas del compresor. Al tiempo, se pasaban a automatizar varias máquinas y procesos existentes sin emplear robots propiamente dichos, sino tambores vibratorios con mecanismos cargadores.
Un techo del 70%
Ha transcurrido un año y medio desde que se: incorporaron estas innovaciones. A la vista de los resultados, los dirigentes de la empresa aseguran que se podría llegar hasta algo más de un 70% de automatización de los centros de trabajo de mecanizado y montaje. Daniel Audí, que además de su cargo directivo en Unidad Hermética es profesor asociado de la cátedra de proyectos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona, señala que los problemas sociales que puede producir la llegada de los robots a las empresas españolas dependerá en buena medida de la situación de la. propia industria. "Si la empresa está en fase de expansión de ventas y reabsorbe el personal liberado," dice Audí, "como es en la actualidad nuestro caso, no se producen conflictos. Otra cosa es si la situación resulta menos esplendorosa. Pero en la primera hipótesis vemos que, a corto plazo, los robots hacen necesario especialistas con un nivel de conocimientos más elevado, a fin de corregir mecanismos, controlar estadísticamente cotas, reglar herramientas o efectuar trabajos de mantenimiento. Además generan mas seguridad y confort laboral".El propio Daniel Audí en una ponencia presentada a unas jornadas sobre robótica celebradas en Madrid, con el auspicio de la Administración, decía que la incorporación de nueve robots en campos distintos ha supuesto un balance muy positivo. Sin embargo, recomendaba tener en cuenta cuatro aspectos cuando una empresa quiera introducirlos en sus cadenas de montaje: Primero, que el coste de adecuación del entorno cuesta al menos tanto como el robot; segundo, que lo que hace fracasar al robot es el desconocimiento de las reglas de posicionamiento de las piezas y del proyecto de utillajes, más que los fallos del autómata; tercero, que un manipulador simple puede sustituir a un robot en gran cantidad de casos y, por Í último, que debe tenerse en cuenta las pérdidas de producción ocasionadas al introducir los robots en las líneas que están trabajando. A su juicio, el operario sólo manipulador está desapareciendo y en el caso de Unidad Hermética parece poco probable que pueda subsistir más allá de 1988.
"Las empresas que quieran subirse al carro de la robótica deben poner en marcha planes para levantar el nivel de conocimientos de todos sus empleados, fundamentalmente de los llamados especialistas, para reconvertirlos a las nuevas funciones que evitarán que la implantación de los robots comporte un importante trauma social", concluye Enric de Bobes.
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