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NAVARRA

Tiendas de campaña y barracones permiten el funcionamiento de las Bardenas tras el antentado

Un viejo almacén, al que la tropa denomina el pajar, es el edificio que actualmente utilizan para dormir los soldados destinados en el acuartelamiento del polígono de tiro de las Bardenas Reales (Navarra), en espera de que concluya el montaje de las nuevas instalaciones prefabricadas, que están prácticamente a punto. Cabos y cabos primeros pernoctan en tiendas de campaña, y los oficiales y suboficiales, en un cuarto donde las ventanas, sin cristales, son tapadas con mantas.

Todos ellos soportan temperaturas durísimas, con un frío espantoso, desde que el pasado 17 de diciembre fuera destruido en su totalidad el interior del edificio principal de estas instalaciones del Ejército del Aire, como consecuencia de la explosión de 40 kilos de Goma 2 que habían sido colocados por la organización terrorista ETA Militar. Los soldados que cumplen el servicio militar en este destacamento aseguran que fue su compañero Miguel Angel Gil, quien avisó de la colocación de las bombas y comentan, además, que la tarde anterior al atentado invitó a la cantina a todo el mundo, e incluso llegó a afirmar que se iban a acordar de ese día.El atentado perpetrado por la organización terrorista ETA Militar contra el acuartelamiento que el Ejército del Aire tiene en el polígono de tiro de las Bardenas Reales -en el que resultaron gravemente dañadas sus instalaciones y heridos de carácter leve un -teniente y dos soldados- no ha supuesto ningún tipo de paralización en la normal actividad de este destacamento. La labor diaria ha continuado sin interrupción y, al igual que otros años, la cantina, instalada de forma provisional, así como otras dependencias del cuartel, fueron adornadas durante las pasadas fiestas con motivos navideños. De la misma manera, como todos los años, los soldados, en tres turnos de siete días cadauno, han podido ir de permiso a sus casas.

Todo ha funcionado

"Todo ha seguido funcionando con normalidad, y los aviones han continuado realizando sus prácticas de tiro y entrenamiento, y esperamos que esto siga así", señala un oficial de la base. En parecidos términos se expresaron los soldados, quienes aseguran que su labor habitual de mantenimiento del campo de tiro no se ha paralizado como consecuencia del atentado, que causó destrozos materiales por valor de cerca de 80 millones de pesetas.Soldadores, albañiles, carpinteros, fontaneros y electricistas trabajan actualmente a un fuerte ritmo desde las ocho de la mañana hasta bien entrada la noche, para concluir la obra de restauración en primavera. Ya ha comenzado a echarse el segundo piso del edificio principal, en el centro del cual se había colocado una de las bombas. A escasa distancia del mismo se halla el depósito de gas propano, con capacidad para 2.000 litros, y junto al que se había colocado un maletín conteniendo 10 kilos de Goma 2, que, sin embargo, no llegó a estallar.

Desde que se produjo el atentado, el 17 de diciembre, el jefe de la región aérea, teniente general Escuarez, ha visitado en cinco ocasiones las instalaciones y ha estado con los soldados. Posteriormente explicaría al Rey Juan Carlos cómo se encontraba el acuartelamiento. Don Juan Carlos se mostró muy interesado por las condiciones en que se encontraba el personal allí destinado. También ha visitado el destacamento el coronel jefe de la base aérea norteamericana en Zaragoza.

No hizo falta ayuda americana

En la reconstrucción de los daños materiales, labor para la cual se ofrecieron desde el primer momento las autoridades norteamericanas, aunque no ha hecho falta su ayuda, trabajan varias empresas privadas. Se estima que los nuevos alojamientos prefabricados para la tropa estarán construidos en las próximas horas. Los 60 soldados del destacamento, todos voluntarios procedentes de Navarra y Zaragoza, pasarán a ocupar la nueva nave.Las tiendas de campaña instaladas en el acuartelamiento tras el atentado se utilizan, por otra parte, para botiquín, comedor de oficiales, sala de transmisiones y duchas. La enfermería, pese a tener el suelo de tierra, está muy limpia. Todas las medicinas y aparatos médicos se hallan colocados en vitrinas. En el mismo lugar en que se encuentra el comedor hay una cocina de gas butano, y a escasa distancia está el camión-frigorífico.

Parte de las taquillas afectadas por la explosión de las bombas se encuentran almacenadas, y entre ellas está la utilizada por Miguel Ángel Gil Cervera, que todavía tiene alguna de sus pertenencias. Miguel Ángel Gil fue quien, según el Ministerio de Defensa, facilitó la entrada del comando etarra que colocó las cargas explosivas en el cuartel y actualmente se halla huido de este destacamento, donde estaba cumpliendo el servicio militar. Este soldado fue quien, según sus compañeros, avisó de la colocación de las bombas. "Aquí", dijeron, "somos muy pocos y nos conocemos todos. Por eso, cuando llamó por el teléfono interior para que desalojásemos, el de la centralita le reconoció enseguida la voz". Oficiales, suboficiales y soldados han coincidido en señalar que pudo haber ocurrido una masacre con este atentado. "Si el imaginaria o el de la centralita no hubiesen cogido el teléfono, las explosiones de las bombas nos pillan a todos dentro", afirma otro soldado.

Los compañeros de Miguel Ángel Gil comentan que conocían bien a este último y que se trataba de una persona "absolutamente normal". Gil Cervera, que se encontraba al frente de la cantina, estuvo la tarde anterior al atentado invitando, sin motivos para ello, a todos sus compañeros, según comentaron éstos. "A un soldado", dijeron, " que protestó porque Gil Cervera le había servido un café en un vaso sucio, le advirtió que se acordaría de ese café y de ese día".

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