Tres folios
Once mil palabras apenas son tres folios escritos a doble espacio. O para entendernos, unas dos y pico columnas como ésta; o diez minutos de holgada charla radiofónica o televisiva. El caso es que a 11.000 palabras se reduce con exactitud el consumo diario de información per cápita en las comunidades urbanas, desarrolladas, socialmente complejas, como la nuestra. Es lo que ahora dicen los chicos del prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Tecnology), y no queda más remedio que aceptarlo sin rechistar.Naturalmente, la oferta diaria de información es mucho mayor y aumenta con vértigo en todas las direcciones posibles, a través de la televisión, la prensa, la radio, el libro, el disco o la telemática. También eso lo han traducido los del MIT famoso a estadística: en estos últimos diez años el número de palabras ofertadas como información al ciudadano medio ha experimentado una tasa anual de crecimiento del 8,9%. Un verdadero chaparrón de palabras públicas de las que, en última instancia, sólo se salvan esas lacónicas 11.000, y el resto sigue el destino y la dirección del humo.
Tanto hablar de la sociedad de la información, de la era de los enormes medios de comunicación de masas, del auge irresistible de las nuevas tecnologías audiovisuales, y resulta que, al cabo del día, el cerebro del urbanícola sólo es capaz de asimilar efectivamente tres tristes folios a doble espacio, incluidos pronombres, conjunciones copulativas, artículos determinados, exclamaciones y adjetivos.
O sea, que te afeitas con la radio puesta, ojeas los titulares del periódico mientras desayunas, paseas tu mirada distraída por las vallas publicitarias que te salen al paso, oyes el hilo musical de la cafetería y te fijas en los pronósticos del hombre del tiempo y ya has llegado a las 11.000 palabras que te corresponden. Eso es lo que se llama un tipo bien informado. Incluso es posible que te hayas pasado de la media en un par de bombardeos rituales en Líbano.
Consumimos tres folios, pero la oferta diaria de información alcanza dimensiones colosales. En ese desfase espectacular entre la producción y la demanda descubro yo el origen de tanta inútil estridencia informativa y política. El pelmazo ruido del enjambre, que aquí mismo decía Manolo Vicent.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.