Recuperación de la Orquesta Municipal de Valencia
La Orquesta Municipal de Valencia, que el pasado jueves ofreció un programa compuesto fundamentalmente por obras de Castillo y Cimarosa, se halla -parece- en vía de recuperación: un director joven, propicia una producción de sustancial decoro. No parece, en cambio, que el amplio espectro del programa -del dieciocho a la más rigurosa actualidad- sea la terapia más adecuada para lograr un rendimiento a corto plazo. El rococó de fina porcelana que es la obra de Cimarosa impone un estilo camarístico particularmente aquilatado para una orquesta cuya sección de cuerda todavía atraviesa una delicada convalecencia.La inserción de piezas actuales abre siempre numerosos interrogantes. La Partita de Castillo es una breve, pero sólida, arquitectura en la tradición clásico-moderna que representa, por ejemplo, en Francia, el severo, sabio y sensible Dutilleux. Harto más frívolo es el Concierto austral, con dispendio de recursos a favor de ideas triviales, que evoca lo primitivo africano con una técnica de sofisticada Ars antiqua, incluidas cláusulas a lo Sacre, en un todo que fatiga y no llena: pocas nueces. De hecho, el oboe solista se halla fisicamente presente y poéticamente ausente a lo largo de la larga composición que el buen temple del oboe Quirós no salva del énfasis insípido. Bien, asimismo, el flauta -Vicente Martínez- en un más sustancioso cometido.
