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Ellizabeth Bouvia denuncia sufrir presiones del personal hospitalario para que se deje alimentar

Elizabeth Bouvia, la paralítica californiana a la que se está alimentando a la fuerza después que el juez denegara su petición de morir de inanición, ha denunciado intimidaciones y chantajes del personal del hospital de Riverside para obligarla a alimentarse. Su peso ha descendido de 43 kilos a menos de 40, y los médicos consideran que su vida está en grave peligro.

Bouvia, de 26 años, padece una parálisis espástica que la mantiene inmovilizada en una silla de ruedas desde su nacimiento. La enferma, una mujer lúcida e inteligente cuyo caso ha dado la vuelta al mundo por su decidida voluntad de morir pacíficamente y poner fin a su vida de sufrimiento, rompió un acuerdo previo con las autoridades del hospital para ingerir diariamente al menos una solución proteínica de 1.000 calorías.El juez que entiende el caso ha firmado una orden que pretende obligar a Elizabeth a no resistirse a los intentos del hospital de suministrarle suero intravenoso.

En una conferencia de prensa improvisada en los pasillos del hospital general de la localidad californiana, poco antes de que el juez firmara la orden, Elizabeth Bouvia se quejó de que estaba siendo chantajeada por las enfermeras y médicos. "Desde que se han dado cuenta de que he dejado de comer", dijo, "han empezado a engañarme e intimidarme para que me alimente". Añadió que le habían dejado de suministrar los medicamentos que le alivian su artritis. "Estoy cansada y dolorida".

Esta afirmación fue desmentida por el doctor Habbeb Bachus, jefe en funciones del hospital, que indicó que se le estaban dando calmantes para su artritis, pero que no le iban a proporcionar los barbitúricos que había pedido, porque están contraindicados en una persona con desnutrición.

El jefe del hospital estaba ayer presente cuando un enfermero sin identificar, al que incluso se tapó el nombre que lleva en el bolsillo de la bata, introdujo en el brazo izquerdo de Elizabeth Bouvia el tubo por el que se suministra suero. El abogado de la enferma, que habló con ella por teléfono, indicó que no se había producido ninguna violencia.

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