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Las relaciones con España no se han visto afectadas por la llegada al poder de los socialistas

Las relaciones bilaterales entre Washington y Madrid, en el año que se va, fueron caracterizadas por una serie de acontecimientos importantes que sitúan las relaciones, probablemente, "al mejor nivel nunca alcanzado entre ambos países", según fuentes diplomáticas norteamericanas. Si por el lado de la Administración Reagan no parece que existan quejas sobre el comportamiento, pragmático, del Gobierno socialista de Felipe González, de lado español el Gobierno parece poco interesado a estructurar mejor la presencia política, cultural y económica de España en EE UU. España mantiene una política diplomática de bajo relieve en Washington, sólo estimulada con ocasión de visitas oficiales, como la marcada por la última visita de Felipe González el 21 de junio pasado.

Excepto en el tema del referéndum sobre la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (OTAN), asunto en el que! la Administración Reagan insiste en que es tema que depende de España, no hay serias preocupaciones por la marcha diaria de las relaciones. Los grandes capítulos que hace un año quedaban pendientes (ratificación del nuevo convenio y compra de los aviones F-18A) fueron despejados por el Gobierno socialista en el primer semestre de 1983.Queda el siempre eterno problema de la balanza comercial, tradicionalmente deficitaria para España, en la que, debido a la carestía del dólar, se experimenta en 1983 una tendencia a la baja en los intercambios comerciales entre ambos países. Hasta el 30 de octubre pasado, España compró a Estados Unidos por valor de 1.700 millones de dólares y vendió por 800. Hay problemas de impuestos compensatorios para las exportaciones de acero español a EE UU y pueden surgir para los vinos, en caso de que el Congreso apruebe una legislación proteccionista a partir de los vinos californianos.

Contactos políticos

El año 1983 comenzó bajo buen símbolo para la cooperación entre Estados Unidos y España, con la firma, el 24 de febrero, en Madrid, del protocolo adicional al convenio de amistad, defensa y cooperación entre España y EE UU. Una firma entre el embajador Terence Todman y el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, que nada cambió en el contenido del acuerdo negociado y firmado por el anterior Gobierno de UCD. Sólo añadió un matizado protocolo, relativo al capítulo España OTAN. Sin embargo, al avanzar el año, el entusiasmo electoral del PSOE en materia de referéndum sobre la permanencia o la salida de España de la OTAN se fue enfriando, lo que probablemente convertirá en innecesaria la existencia del protocolo al acuerdo bilateral. EE UU mantiene las bases en territorio español, principal objetivo del nuevo acuerdo, mientras se abren perspectivas de cooperación en otros sectores (militar, industrial, económico y cultural), muchas veces difícil de aprovechar para España, debido al desfase de poderío entre EE UU y España o a los embrollos de la legislación norteamericana.El segundo paso importante en asuntos bilaterales fue la firma, a finales de abril, para la compra a McDonell Douglas de 72 aviones de combate del modelo F-1 8A, por valor de unos 300.000 millones de pesetas, destinados al programa FACA (Futuro Avión de Combate y Ataque). La negociación estuvo marcada por la oferta de otras alternativas de aviones europeos y por las complejas conversaciones sobre el capítulo de las compensaciones que la multinacional norteamericana daría a España por la costosa compra del F-18A. Compensaciones muy claras sobre el papel, prácticamente del ciento por ciento del coste total, pero sobre las que pesan serias dudas de que algún día lleguen a alcanzarse.

El tercer capítulo más importante de las relaciones Madrid-Washington fue la entrevista entre los presidentes Reagan y González, el 21 de junio, en la capital federal norteamericana, en plena crisis en Centroamérica. Pero González fue discreto y esquivó cualquier crítica pública a la Administración Reagan por su estrategia en Centroamérica durante la declaración conjunta en los jardines de la Casa Blanca. Fue más claro en conferencias de prensa o entrevistas televisadas, prevaleciendo el tono de visita para asuntos bilaterales entre España y EE UU. Finalmente, como balance de visitas a alto nivel, el accidente aéreo del 7 de diciembre en Barajas precipitó el regreso de los Reyes de España a Madrid, aplazando Juan Carlos el almuerzo previsto en la Casa Blanca con Ronald Reagan.

Enders, nuevos aires

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Otros aspectos importantes de la política hispano-norteamericana fueron el cambio de embajadores en Washington y Madrid. El 21 de marzo se hizo cargo de la Embajada de España en EE UU el embajador Gabriel Manueco, mientras a primeros de septiembre llegó a Madrid el embajador norteamericano Thomas Enders. Estos cambios han sido aprovechados por parte norteamericana para dar un nuevo aire a su Embajada en Madrid, más acorde con los tiempos actuales y con mucho ímpetu para el activo embajador Enders, a pesar de que fue relegado por la Administración Reagan del cargo de Asuntos Interamericanos en el Departamento de Estado.

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