Que hagan lo que quieran
Una pareja de guionistas de cine, que lleva tres años enamorada, decide casarse. Ella piensa que el matrimonio anulará su amor; él, por el contrario, que quedará afianzado. Se casan, a pesar de todo, en secreto, y visitan a sus respectivos padres.El resultado es, efectivamente, catastrófico, pero no por lo que el lector casado pueda suponer, sino porque el vagón de tren en que viajan es muy estrecho (como si fueran más amplios de solteros), los padres de ella son unos despistados y los de él unos palizas. No hay crónica matrimonial sino gratuidades con poca gracia.
Banalidades
El espectador puede preguntarse, al acabar la larga hora y media de banalidades que componen el filme, por qué la pareja protagonista no llevó el anonimato de la boda hasta sus últimas consecuencias y se negó a que se filmara una película sobre historia tan insípida. Puede que contenga un par de momentos simpáticos con la intervención de las parejas de los padres (que se aman, naturalmente, por los siglos de los siglos), pero los guionistas reales de la película no han sabido cómo armonizarlos con el resto. Hasta el punto de que, guionistas los personajes, se confiesa que no saben cómo acabar la historia. Tampoco tenían muy claro cómo comenzarla ni qué mostrar con ella, pero la escribieron y concluyeron como si tal cosa.
Amigos "muy" íntimos
Director: Norman Jewison. Guión: Valerie Curtin y Barry Levison. Fotografía: Jordan Cronenweth. Música: Michel Legrand. Intérpretes: Burt Reynolds, Goldie Hawn, Jessica Tandy, Barbard Hughes, Keenan Wynn. Comedia. Norteamericana, 1982. Local de estreno: Avenida.
Hay un momento especialmente significativo: los personajes deben escribir velozmente el desenlace del filme en el que trabajan para que sea filmado a la mañana siguiente. Es probable que así se haga ahora el cine de consumo en Hollywood, pero seguro que de tal forma se escribió el confuso asunto de estos amigos muy íntimos, poco superado por los actores, aunque ninguno haga mal su trabajo. Burt Reynolds y Goldie Hawn superan como pueden la inconsistencia de sus tipos. Por encima de ellos destacan los secundarios, más firmes en sus caricaturas.
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