García Abril, una variante en el panorama musical español
Orquesta y Coro de RTVE.
Director: E. García Asensio. Coro: Pascual Ortega. Solistas: Victor Martín, Ana Higueras, Lluis Claret y Miguel del Barco. Obras de Antón García Abril.
Teatro Real, Madrid. 1 y 2 de diciembre de 1983.
En el año de su cincuentenario, el turolense Antón García Abril recibe múltiples homenajes: elegido académico de Bellas Artes para ocupar el sillón vacante por la muerte de Sainz de la Maza, leerá mañana su discurso de ingreso sobre el tema Defensa de la melodía.
Entre su casi agobiante labor para el cine y la televisión y sus clases en el conservatorio, García Abril encuentra tiempo para ir trazando una obra ecléctica cuyos perfiles personales constituyen una rica veriante entre las muchas del panorama musical español. Sortear los, peligros de la artesanía cinematográfica, mantenerse independiente de las denominadas vanguardias y, al mismo tiempo, resistirse a la manipulación reaccionaria, son rasgos constitutivos de la trayectoria ética y estética de García Abril. Tres partituras representativas figuraron en el programa monográfico de la RTVE: Cadencias, para violín y orquesta, de 1972; Cántico de la Pietá (1977) y Celibidacheana J982). Hay en toda la obra de García Abril un componente lírico que, en ocasiones, discurre franco e íntimo, como es el caso del Cántico sobre poema de Antonio Gala; otras veces, lo lírico se entrecruza con un dinamismo vivaz y un tratamiento polifónico e instrumental muy incisivo, hecho de una suma y transformación de segmentos, melódicos, puesto al servicio de un virtuosismo protagonista, como en las Cadencias.
En la Celibidacheana, a pesar del subtítulo de elegía para orquesta, el compositor construye un proceso de gran potencia dinámica, cuyas tensiones crecen en la marcha hacia los exultantes climax o puntos culminantes. Gusta García Abril de referirse a su música como expresión sensible y afectiva, lo que revela su postura creadora; se excede al hablar de alguna de sus partituras como "despojadas absolutamente de cualquier artificio y de todo elemento que suponga un planteamiento excesivamente técnico y mecanicista". Ni el artificio es algo negativo, por principio, en arte (¿es que no hay artificio en Ravel?), ni, la música de García Abril está hecha de espaldas a lo técnico. Muy al contrario, denota saber, dominio y creación con esfuerzo en la búsqueda de la difícil sencillez.
El autor del Cántico de la Pietá tuvo no sólo fieles, sino entusiastas intérpretes en García Asensio (el más permanente admirador de García Abril), la siempre musical y exacta Ana Higueras, el formidable violonchelista Lluís Claret y la Orquesta y Coro radiotelevisivos. Por su parte, Víctor Martín hizo alarde virtuosista en Cadencias, lo más brillante y efectivo del programa. Para mí, sin embargo, el Cántico, salvado su sorpresivo y acaso no bien resuelto final, posee el más hondo encanto a través de una lírica poco romana y miguelangelesca y, en cambio, tenuemente prousiana en su tendresse a lo Chausson.
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