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La 'cumbre' de Atenas marcará el ritmo de la adhesión de España a la CEE

Andrés Ortega

Si la cumbre europea que se abre en Atenas el 4 de diciembre es un fracaso -es decir, si los diez no logran ponerse de acuerdo sobre una reforma interna de la Comunidad Económica Europea (CEE)-, es evidente que las negociaciones para la adhesión de España entrarán en una crisis patente. Pero, se estima en medios comunitarios, si Atenas se convierte en un éxito, las negociaciones hispano-comunitarias entrarán en su período más difícil, con graves consecuencias sobre las relaciones entre Madrid y París a raíz de las discusiones sobre el capítulo agrícola. Quien avisa no es traidor. Por ello, algunas fuentes comunitarias estiman que será necesaria para desbloquear la situación una negociación bilateral directa entre los Gobiernos de España y de Francia.

Comenzando por Atenas, hay voces contradictorias sobre las posibilidades de éxito, dadas las distintas minicumbres bilaterales de estos días entre los diez, que giran en torno a un entendimiento entre Bonn y París. Se verá en el consejo especial preparatorio del día 28 de noviembre. Un acuerdo de principio sobre la reforma de la política agrícola comunitaria (PAC) está ya en el bolsillo para reducir la producción de excedentes y gastos derivados. El tema de las nuevas políticas industriales y otras no tiene gran peso específico. Todo está ahora centrado en el aumento de los recursos financieros -los llamados recursos propios- de una CEE al borde de la bancarrota. Y por supuesto, todo depende ahora, dado el poder de bloqueo de Londres, de encontrar una solución satisfactoria al problema de la contribución británica al presupuesto, de la CEE.¿Y España a todo esto? No hay que equivocarse. La reforma interna de la CEE ha de hacerse, aunque España no existiese, aunque para el ingreso de España haga falta aumentar los recursos propios de la CEE. Pero para algunos países, como la RFA, por motivos de política interna, este aumento de los recursos comunitarios ha de quedar ligado al ingreso español. España en este sentido es una excusa, y poco peso pueden tener las presiones españolas para un éxito del Consejo Europeo de Atenas, pues éste tiene su propia dinámica. Un fracaso de la cumbre de Atenas retrasaría el ingreso español al menos hasta 1987, lo que va en contra de los planes del Gobierno de Felipe González. Un éxito llevaría, como quedó patente en Stuttgart, a una ratificación conjunta por los parlamentos nacionales de la reforma interna de la CEE y del.Tratado de Adhesión de España. La fecha objetivo de 1986 aún se puede cumplir.

Techos de producción

El caso es que si Atenas es un éxito, la PAC quedará reformada. Entre otras cosas, cabe prever que se impongan techos de producción en el sector lácteo y otias medidas que, en lo que a Francia -pero no sólo a ella- se refiere, perjudicarán a los intereses de los agricultores franceses. Este es el temor que existe en torno a la figura del ministro de Agricultura francés, Michel Rocard, que tiene un peso político importante en el futuro francés, pero que puede perderlo en esta operación. Por ello, Rocard necesitará compensaciones. Puede obtenerlas en Atenas si la RFA acepta modificar los famosos montantes compensatorios, que tanto preocupan a algunos agricultores franceses, o si se reforma el sector del vino. Pero no basta.

Por ello en la CEE algunos ven que ante la situación preelectoral en que está entrando Francia, el Gobierno de Mitterrand, y por su parte Rocard, necesita una compensación políticamente bien visible: ésta vendrá en las negociaciones del capítulo agrícola con España. La discusión sobre la postura a adoptar por la CEE ha comenzado ya en las instancias del Consejo de Ministros de la CEE, y según una fuente comunitaria, "estos meses van a ser los más duros de todos". Francia quiere que se presente una declaración a España en la próxima sesión de negociación en diciembre, para que así se ponga en, marcha el reglamento interno de frutas y hortalizas, que está ligado a esta declaración. Los países nórdicos no tienen tanta prisa. En principio, la declaración portuguesa estará lista para el 28 de noviembre.

La discusión interna en la CEE parte de la posición tomada por la Comisión Europea: el sistema de etapas, por el cual el sector hortofrutícola español no comenzaría a integrarse en la CEE hasta cuatro a seis años después de la adhesión de España a la Comunidad. Los franceses luchan con uñas y dientes para que se conserve este sistema "políticamente bien visible". Es más, apurando la defensa de sus intereses, Francia endurecerá incluso esta postura. Este puede ser un mundo de verduleras, pero esto es la CEE.

Misiones españolas estos días han estado recorriendo las capitales europeas -falta Atenas y París- para intentar convencer a los diez que abandonen este sistema de etapas. "Sólo hemos conseguido buenas palabras", según una fuente española; "gira infructuosa", según diversas fuentes comunitarias, pues el sistema de etapas no se va a cambiar, aunque se varíe su nombre. Francia cuenta con cierto respaldo y con el apoyo de la burocracia, pues una vez que la comisión ha establecido una postura, las discusiones en el Consejo de,Ministros de la CEE giran por fuerza sobre esa postura. Es más, con un énfasis conservador, es habitual en la CEE apoyar al Gobierno en el poder, en este caso al de Mitterrand, cuyas dificultades son "comprendidas".

Cabe esperar, pues, una durísima postura de la CEE en el tema agrícola. Las negociaciones con España ya se desarrollarán bajo la presidencia de la CEE, que ocupará Francia durante el primer semestre de 1984. Y Francia está decidida, por las razones de política interna antes explicadas, a mantener su posición de dureza en este tema. Los agricultores franceses son votos cruciales, y además están muy bien organizados. Pero la postura es inaceptable para España.

Por ello, fuentes comunitarias estiman que, ante el desastroso clima que se va a crear en las relaciones hispano-francesas -con repercusiones en todos los órdenes-, será necesario que ambos Gobiernos lleguen a una gran negociación bilateral, en la que ya vendrán que intervenir directamente Felipe González y François Mitterrand. ¿Quiere Francia hacerse pagar por España un precio directo por el ingreso? En las negociaciones de adhesión "antes no había un verdadero conflicto de intereses entre Francia y España; ahora sí", comentó preocupado un diplomático francés.

La historia no se para aquí, pues además del capítulo agrícola quedan otros importantes por negociar. En pesca, España tendrá que luchar contra la oposición conjunta del Reino Unido y Francia. En cuestión presupuestaria y en asuntos sociales, el gran adversario será la RFA, país de lo más interesado, por otra parte, en una rápida integración española en la Unión Aduanera, es decir, en un rápido desmantelamiento de la protección arancelaria de España frente a la CEE. Queda también el emblema británico de Gibraltar en lo que afecta al capítulo de relaciones exteriores y la delicada cuestión de la Comis lón Europea para la Energía, Atómica (Euratom). Un fracaso de la reunión de Atenas llevará a paralizar las negociaciones hispano-comunitarias; un éxito, a envenenarlas. Pero al menos se negociará.

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