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Hacienda reformará los impuestos sobre alcohol y bebidas para evitar el tráfico ilegal

El Ministerio de Economía y Hacienda está estudiando, en estos momentos, una reforma de la imposición sobre alcohol y bebidas alcohólicas con el fin de evitar el tráfico ilegal. El fracaso policial de la reciente "operación antialcohol", relacionada accidentalmente con Rumasa -en la que estuvo implicado el inspector Medina, hoy detenido y acusado de presunta estafa y malversación de fondos públicos (EL PAÍS, 14 de noviembre de 1983)-, por una parte, y las dificultades de la Dirección General de Aduanas para descubrir la red clandestina de desviación de alcohol desnaturalizado para uso industrial hacia el consumo humano, por otra, han acelerado los trabajos de Hacienda para reformar, con cierta urgencia, el complejo sistema actual de impuestos especiales sobre alcohol y bebidas alcohólicas.

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Aunque aún no se conocen las líneas maestras que el secretario de Estado de Hacienda, José Víctor Sevilla, pretende aplicar a esta minirreforma fiscal contra el fraude y contrabando alcohólicos, es muy posible que afecte al propio sistema de protección de la vid, que actualmente favorece la plantación ilegal de viñas y la sobreproducción de alcohol vínico. La reforma tratará de facilitar y aumentar, al mismo tiempo, la recaudación fiscal. Tampoco se conocen las cifras estimadas sobre el volumen de fraude fiscal por desviación de alcohol. Sólo en 1980, un plan especial de inspección de alcohol, dirigido entonces por Antonio Rúa, director general de Aduanas bajo el ministerio de Jaime García Añoveros, dio como resultado unas multas por valor de 1. 100 millones de pesetas a 15 almacenistas 40 usuarios, 46 fabricantes de compuestos y tres fábricas de alcohol. La mayoría de los multados no pudieron justificar el uso industrial que supuestamente habían dado a las grandes cantidades de alcohol desnaturalizado que habían adquirido sin pagar impuestos de bebidas alcohólicas.Según el sistema impositivo actual, todos los alcoholes tienen un impuesto general del 20%. El alcohol de origen no vínico está gravado, además, con la llamada "exacción reguladora de precios de alcoholes no vínicos", que supone 53,50 pesetas por litro. El precio de garantía, al que el Estado compra todo el alcohol vínico que se le ofrezca, es de 144 pesetas por litro. El impuesto regulador para el no vínico, pero destinado a bebidas, se fija precisamente en 53,50 para que, sumándolo al precio de coste del alcohol de melaza de remolacha, que es de 90,50 pesetas por litro, alcance la cifra mágica de 144 pesetas por litro.

Dos litros y medio de licor por cada litro de alcohol

De esta forma, la remolacha, por ejemplo, no puede competir ventajosamente ni hundir a la vid. Si el alcohol de remolacha se destina a uso industrial se le marca en fábrica con productos químicos que le cambian el olor, color o sabor y, a partir de ese instante, ya no plaga impuestos de bebidas alcohólicas.Todo producto que lleve alcohol y pueda ser bebido por humanos deberá pagar, además, otro impuesto que equivale a 1,60 pesetas por cada grado de alcohol. y cada litro de volumen (un litro de licor de 40 grados alcohólicos pagará, pues, 64 pesetas). El precinto oficial o "la precinta", según la jerga de los inspectores, y que ha sido recientemente falsificado en gran cantidad de botellas, cuesta ocho pesetas/litro.

Las bebidas no se salvan del impuesto de lujo, que supone el 2'%, hasta 350 pesetas de precio y el 40% sobre lo que supere esa cantidad. El recargo provincial de 0,30 pesetas/litro, destinado a ayudar a las ruinosas haciendas locales, no ha perdonado tampoco a las pecaminosas bebidas alcohólicas. Y la parte correspondiente a la Seguridad Social Agraria por litro de alcohol, a cuyo complejo cálculo es preferible renunciar por ahora, dan un compuesto de siete diferentes gravámenes, siete, sobre la singular debilidad de Noé, de Baco o de Polifemo.

Estos siete impuestos son los que se evitan, precisamente, los habilidosos piratas del tráfico clandestino de alcohol, cuyo beneficio espúreo ronda las 400 pesetas por litro. Esta cantidad es la diferencia que hay entre no pagar impuestos, comprándolo para uso industrial, y utilizarlo después ilegalmente para consumo humano. (Para este cálculo, los abstemios deben recordar que, normalmente, por cada litro de alcohol de 96 grados se fabrican unos dos litros y medio de bebida alcohólica).

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