Entre la admiración y la repulsa
En octubre de 1964, Jesús García de Dueñas publicaba en Nuestro cine una entrevista con Jorge Grau, cuyo título sintetizó agudamente la opinión que este director merecía a los jóvenes inconformistas de entonces: "Entre la admiración y la repulsa". De un lado, se aplaudía el buen hacer cinematográfico de Grau, su sensibilidad para el matiz, la elegancia de su narrativa; pero, de otro, se reprochaba la relatividad de su preocupación por los temas sociales o el ángulo crítico, que entonces eran fundamentales en el cine español de interés. Grau, que nunca ocultó una cierta inspiración esteticista, no llegaba al fondo de las cosas, y aquel año, además, se aventuró en una experiencia de vanguardia Acteón, que le distanciaba más de los nuevos directores: una curiosa paradoja.Desde entonces, Jorge Grau ha realizado 13 largometrajes, numerosos cortos y otros trabajos para televisión. No sería fácil definir su estética, su mundo creativo. Ha dado bandazos singulares, realizando filmes de terror como Ceremonia sangrienta y No profanar el sueño de los muertos, junto a aquella apreciable La trastienda, que fechó históricamente la aparición del primer sexo femenino del cine español; desde filmes de estrella como Tuset Street, donde discutió con Sara Montiel hasta abandonar la película, a la anacrónica revisión del mito del Bruch, La leyenda del tambor, pasando por otros dramas amorosos, documentales dramatizados y nuevos experimentos formales. Es un cineasta discreto, que escapa a definiciones quizá porque, como en Coto de caza, su última película, ha trabajado más al servicio de ideas ajenas que de las propias, aunque ello no le impedida reflejar indirectamente sus propias inquietudes.
Coto de caza
Dirección: Jorge Grau. Guión: Grau y Manuel S. Rivero, sobre argumento de Antonio de Jaén. Fotografía: Antonio Cuevas, Jr. Coordinación musical: Carlos Vizziello. Intérpretes: Asumpta Serna, Luis Hostalot, Víctor Valverde, Montserrat Salvador, Paloma Lorena, José García Romeu. Drama. Española, 1983 Locales de estreno: Cid Campeador, Novedades, Cartago, Infante.
Una violencia ambigua
Coto de caza es un excelente filme desde el punto de vista narrativo; quizá sea, en ese sentido, la mejor película de Grau. A los pocos minutos de comenzada la proyección, que son los únicos torpes, logra crear un ambiente de gran tensión, sin recurrir, de momento, a secuencia violenta alguna. Más tarde sí, cuando la acción progresa por un camino asfixiante, cercando al personaje protagonista, Grau ilustra la violencia de su historia con situaciones más duras, que a algunos incluso impresiona; es difícil permanecer al margen de la pantalla.Ocurre, sin embargo, que late en la historia una ambigüedad irritante. La abogada que defiende apasionadamente a los delincuentes, pero que sufre en su propia carne la brutal agresión de uno de ellos, se ve obligada a reaccionar en contra de sus ideas, y aunque ese delincuente haya sido contemplado por Grau tratando de huir del tópico, recapacitando también sobre los motivos de su conducta, el espectador no puede evitar un cierto respiro al verle vencido.
Hay matices y detalles que podrían alargar la discusión sobre el contenido último de la película tanto en favor de las buenas intenciones de Grau como de quienes idearon la historia, Existe, no obstante, esa ambigüedad, hasta el punto que hay espectadores que consideran la película como posible justificadora de la pena capital, aunque esa teoría entrara en contradicción con la de Pena de muerte, que el mismo (Grau dirigió en 1973.
Excelente reparte
En cualquier caso, el nervio dramático del filme es tan claro como el talento de Grau para mantener su pulso. Ello es posible también por el excelente reparto, que encabezan Asumpta Serna y Luis Hostalot, abogada y delincuente, respectivamente: ambos realizan un trabajo medido, incluso preocupados por las significaciones que pueda tener: Asumpta Serna, en esta línea, matiza con inteligencia las reacciones de su personaje, cediéndole toda la sinceridad necesaria.Están bien secundados por el resto de actores: algún momento menor, como el del discurso de Paloma Lorena, la madre del delincuente, es culpa del guión.
Babelia
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