Saura
Picasso se lo dijo a Saura, hojeando un libro con sus pinturas: "No se librará usted de mí, como yo no me libro del pasado". Antonio Saura, con quince retratos imaginarios en torno, más el dolor paternal/parietal que le agrava el semblante de oriental de Cuenca. Quedamos en hablarnos. Es cuando llega Carlos Saura. Antonio se enrolla un poco con la amiga que me acompaña. Alfonso Guerra, con el traje de pana café:-Siempre nos vemos en estas cosas, Umbral, y rodeados de gente. A ver cuándo podemos charlar tranquilos. Yo trabajo mucho, llevo la cocina de la cosa, duermo tres horas y media y leo todo lo que puedo, mucho, pero a veces dan como ganas de dejarlo todo.
Entra la hija mayor de Antonio y me la presenta. Es una bella muchacha. Efectivamente, Antonio es quizá el hijo más rebelde de Picasso, pero en estos retratos, de una violencia muy deliberada, sigue estando el sátiro y maestro. Al fin y al cabo, Antonio cuida una calva como la de Picasso. Carlos va y viene con sus gafas de cadenita, que son las de todos los directores de cine (se ponen, para hacer cine, algo así como las gafas de don Juan Valera). María Cuadra al completo de la moda otoño/invierno, más el sombrerete. Lucio Muñoz, muy en el rollo de esta pintura: "Que he visto a tu gata por la tele. Qué mirada tiene. Es preciosa". Mirada de Antonio Saura, mirada de la gata, mirada de alguno de estos retratos. Miradas del dolor, como racimos de miradas tardías y sombrías.
Les explico a Lucio y a mi amiga cómo el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la calle y la muerte le dieron a mi gata, Ada o el ardor, esa mirada de Lauren Bacall. Sólo con una mirada así, querido Antonio, se puede ver -y pintar- tanto dolor. En cuanto al traje café de Alfonso Guerra, a mí me parece que es ya una pana histórica, la textura socialista de un hombre que ha hecho por nosotros más de lo que sabemos. Cuando tires el traje, Alfonso, mándamelo, hombre, que puede colgarse en Arte Contemporáneo como un Genovés o un Canogar. He ahí, aquí, el uniforme civil de uno de los últimos y más lúcidos regeneradores españoles. Es un traje que ha hecho el psocialismo y su victoria, como el modelo Simago de Suárez hizo la transición. Habría que guardar estas cosas. Nuestros conservadores es que no conservan nada. Estoy seguro de que ni siquiera a los tirantes nacionales de Fraga les tienen prevista una vitrina. Y son los tirantes que hicieron la Granderecha/Mayoría Natural. En falso, pero la hicieron.
"Miró despacio el libro, y todavía más atentamente cuando aparecieron dos imágenes en color que reproducían dos retratos imaginarios". Habla Antonio Saura. Y repito a Picasso, en quien cualquier jactancia se quedaba atrás: "No podrá librarse usted de mí". No podrá librarse España de España. El traje histórico de Guerra tiene los ocres de Saura. Es el uniforme de un civil. No podrá librarse España de sus regeneracionistas, de sus socialistas, de sus modernos arbitristas. No podrá librarse la España de Manolo Escobar, que pretende tener otro sabor.
Nadie, ni Dalí, ha podido librarse de Picasso. En cuanto a la abstracción, querido Lucio Muñoz, quizá no ha sido, en el mundo entero, sino el esfuerzo gigantesco por librarse del maestro omninfluyente. ¿Pintar más allá de la pintura? Pintar más allá de Picasso, tan sólo. No podrá librarse Saura de España (tantos años en París). No podrá librarse España de Saura, mártir/testigo. No podrá librarse la España cañí de la España de Guerra, revolucionaria por parroquias.
Picasso, subversivo español/límite, se lo dijo a Saura, pero nos lo dijo a todos: "No podrá librarse usted de mí". Lo más picassiano de la exposición, ya digo, era el traje de Guerra.
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