Las relaciones entre Thatcher y Reagan atraviesan uno de sus peores momentos
Las relaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos, piedra básica de la Alianza Atlántica, atraviesan por su momento más tenso desde que Margaret Thatcher, decidida pronorteamericana, llegó por primera vez al Gobierno, en 1979. Líbano, Granada y Argentina han colocado a la primera ministra británica en una dificil posición y no parece que la reciente visita a Londres del subsecretario de Estado, Kenneth Dam, con quien mantuvo una entrevista inusitadamente larga, haya servido para calmar sus temores.
Thatcher, que convirtió las relaciones privilegiadas con Washington en un elemento fundamental de su programa de gobierno, no puede criticar muy alto ni discrepar demasiado de su principal aliado, pero al mismo tiempo se ve obligada a distanciarse para no verse envuelta en las crecientes actividades norteamericanas y para no dar la impresión de que ha perdido por completo la iniciativa.
La invasión de Granada fue el primer encontronazo serio. La primera ministra soportó tres agitadas sesiones del Parlamento sin condenar públicamente a Washington, pero baijo la presión de la opinión pública tuvo que ir acentuando el todo de sus críticas.
El conflicto de Granada fue desagradable para Londres, pero nosupuso un riesgo directo para Gran Bretaña. La delicada situación en Oriente Próximo, sí. Margaret Thatcher, casi obligada, por sus aliados, aceptó enviar a Beirut un pequeño contingente de - 97 hombres.
Son tan pocos que no dan la impresión a la opinión`pública de que Gran Bretaña esté cumpliendo un papel decisivo en Líbano, pero son más que suficientes como para que Thatcher se vea envuelta en un conflicto de grandes proporciones sin desearlo.
Embargo a Argentina
Para completar el cuadro de tensiones, Londres teme que Washington decida levantar el embargo de armas contra Argentina. Thatcher ha volcado todo su peso para impedirlo, pero sabe que Reagan aprovechará cualquier pequeño acontecimiento para reanudar sus relaciones normales con la república latinoamericana.La creciente acritud de Márgaret Thatcher con respecto a Estados Unidos se explica también por motivos internos. La primera ministra ha jugadola carta de Washington no sólo en política exterior, sino también en política e conómica. Su estrategia pasa por el descenso de los tipos de interés y por una reactividación norteamericana capaz de arrastrar al mercado británico. Sin embargo, todo va más despacio de lo que Thatcher había calculado y las críticas internas comienzan a arreciar. Con los sindicatos en contra y con 3,5 millones de parados, la primera ministra se encuentra ahora con que incluso sus aliados naturales, la patronal británica, da muestras de inquietud. En el congreso de la Confederación Británica de Industria (CBI) que se celebra esta semana en Glasgow, los empresarios le han pedido que el Gobierno invierta más, lo que descalabraría sus esfuerzos por controlar el presupuesto, y que suavice su política monetaria, relajando la lucha contra la inflación y reactivando el mercado de empleo.
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