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Estados Unidos en Líbano

Estados Unidos seguirá presente en Líbano, señala en este artículo el secretario de Estado norteamericano. A ello le obliga su liderazgo mundial, su compromiso con Israel y el interés en fortalecer las tendencias de moderación en el mundo árabe. Su retirada sería, afirma, la, victoria de los elementos radicales irreductibles a todo acuerdo.

Nuestra presencia en Líbano se debe al hecho de que lo que finalmente ocurra en ese país va a afectar a nuestra posición en el conjunto de Oriente Próximo. Preguntar por qué Líbano es importante equivale a preguntar por qué lo es el Próximo Oriente.Estados Unidos participa de lleno en una búsqueda de la paz en Oriente Próximo, porque desde los puntos de vista estratégico y económico es una región de vital importancia para el mundo libre, porque es un escenario de la competencia entre EE UU y la URSS, porque mantenemos un compromiso profundo y permanente con Israel y un interés por fortalecer las tendencias moderadas en el mundo árabe, y porque nuestro papel de liderazgo en la diplomacia del Próximo Oriente es una expresión de la responsabilidad de EE UU como líder en el mundo.

La crisis de Líbano no puede separarse de la crisis general de Oriente Próximo. Efectivamente, ésa es la médula de la tragedia que Líbano viene padeciendo desde hace 15 años. En la disputa de Líbano participan muchos de los actores que figuran en el reparto del drama de Oriente Próximo: elementos moderados que aspiran a arreglar sus diferencias de manera pacífica y elementos radicales que predican y practican el odio como cuestión de política.

En Líbano y, por consiguiente, en la búsqueda de la paz en Oriente Próximo hay en juego cuestiones de seguridad, de respeto a la soberanía nacional, viabilidad de las soluciones pacíficas. En Líbano está en juego el destino del segundo país. árabe moderado que tiene que negociar un acuerdo de envergadura con Israel.

No hay que explicar mucho más qué significaría para el conjunto del proceso de paz y para la seguridad a largo plazo de Israel el que triunfasen los que quieren tomar por asalto a este Gobierno moderado. Precisamente ésa es una de las principales razones de que esté intentándose ese asalto.

Está en juego el derecho de un país pequeño como Líbano a decidir por sí mismo cómo realizar sus objetivos soberanos libre de presiones, amenazas o chantajes exteriores. Éste es un principio básico del derecho y la moral internacionales que resulta: vital no sólo para el futuro de Oriente Próximo, sino también para ese mundo en el que queremos vivir lo que resta de siglo. Si los esfuerzos desplegados por EE UU en favor de soluciones pacíficas se ven rebasados por la fuerza bruta, nuestro papel en el mundo quedará en igual medida debilitado. Los amigos que confían en nosotros caerán en el desánimo, y su seguridad se verá mermada también en la misma medida.

Los sectores moderados del mundo árabe, a los que animamos a arriesgarse por la causa de la paz, no se sentirán tan seguros para hacerlo. En última instancia, quedará debilitada la seguridad de Israel. Si nos viéramos forzados a salir de Líbano, los elementos radicales e irreductibles a todo acuerdo habrán conseguido una gran victoria. Se lanzará así el mensaje de que trae cuenta confiar en la URSS y que confiar en EE UU constituye, en cambio, una fatal equivocación. Y éste es, por supuesto, el mensaje opuesto al que queremos comunicar en nuestra política exterior.

El que tuviéramos que marcharnos de Líbano sería un golpe importante contra la posición de EE UU en el Próximo Oriente. Si queremos ejercer la función y la influencia de una gran potencia, tendremos que aceptar las responsabilidades de una gran potencia. Si, como norteamericanos, llegásemos a la conclusión de que no queríamos ni la función ni la influencia de una gran potencia, me estremezco al pensar qué clase de mundo anárquico y peligroso heredarían nuestros hijos.

La meta que nos hemos marcado en Líbano es la de lograr un arreglo político entre el Gobierno y los diversos grupos confesionales, en la línea de la constitución de un Gobierno de base más ancha, que pueda extender su autoridad soberana a lo largo de lo que resta de siglo. En esas condiciones contemplamos la retirada de todas las fuerzas extranjeras, así como los acuerdos en materia de seguridad destinados a proteger la frontera norte de Israel. Este proceso de avenencia política constituye una tarea urgente y prioritaria de los dirigentes y el pueblo de Líbano.

El acuerdo del 17 de mayo entre Líbano e Israel representa un paso en esa dirección, pues crea un marco de cooperación entre ambos países y constituye a la vez el único instrumento existente para asegurar la retirada israelí, a la vez que atiende al problema básico de la seguridad de la frontera, que fue causa primaria de la crisis de Líbano. Seguiremos defendiendo este acuerdo, y esperamos que llegue el día en que se vea materializado.

La solución que pretendemos es política y no militar. De cualquier modo, la presencia de nuestros infantes de Marina ha constituido un pilar decisivo de la plataforma de estabilidad que es necesaria para hacer posible una solución política.

Pilares de una estrategia

Nuestra estrategia está construida sobre varios pilares de ese tipo:

- Nuestro contingente de marines está integrado en una fuerza multinacional de pacificación, en la que participan fuerzas de países aliados, como el Reino Unido, Francia e Italia. Estas unidades son exponente del amplio respaldo internacional con que cuenta el Gobierno legítimo dé Líbano.

- En apoyo de nuestros marines mantenemos una fuerza naval en la costa de Líbano, que ha abierto fuego en su defensa cuando se han visto atacada. Nuestros aliados tienen también elementos navales en el Mediterráneo oriental, y los han empleado.

- En el orden militar, la responsabilidad fundamental la ostentan las fuerzas armadas libanesas, a cuya preparación y equipamiento hemos contribuido. El Ejército ha demostrado ser una fuerza de combate valerosa y eficaz. Es una fuerza con la que difícilmente pueden medirse sus adversarios libaneses; ha tenido dificultades cuando ha sufrido el ataque de fuerzas protegidas, armadas, apoyadas y compelidas por Siria.

- El Gobierno libanés cuenta con el sostén de los árabes moderados, que sólo puede robustecerse mediante un esfuerzo que conduzca efectivamente a la reconciliación nacional.

- Israel también sigue siendo un factor clave en la situación de Líbano, y necesitamos de sus esfuerzos constructivos en respaldo del Gobierno libanés y del proceso de reconciliación. Israel tiene ascendiente sobre algunos de los grupos confesionales, y confiamos en que contribuya a favorecer una avenencia política.

Siria y sus auxiliares, por supuesto, se han dedicado a obstaculizar nuestros esfuerzos, tanto los que hemos hecho para lograr la salida de las fuerzas extranjeras como los hechos para alcanzar una avenencia política. Nadie pone en duda las legítimas preocupaciones sirias en cuanto a su seguridad en relación con Líbano.

Pero Siria, a diferencia de Israel, no ha mostrado disposición a negociar con Líbano la manera de reconciliar sus intereses de seguridad con el derecho soberano de Líbano a decidir su propio futuro. En lugar de ello, Siria ha proclamado una suerte de doctrina Breznev, según la cual, los países que entran en su órbita carecen del derecho soberano alomar decisión alguna que no sea de su gusto.

No obstante, logramos un alto el fuego el 26 de septiembre, tras demostrar que había ciertos límites más allá de los cuales no se nos podía empujar. El logro de este alto el fuego demostró que poseemos los recursos necesarios para mantener un equilibrio estable en Líbano, recursos suficientes para que los oponentes del Gobierno no puedan echar por tierra las negociaciones. Hemos de mantener ese equilibrio, pues.

La responsabilidad de los atentados

El retirar a nuestro contingente de infantería de Marina o reducir su número serviría solamente para socavar el equilibrio y las posibilidades de lograr una solución equitativa. No es ésta la política del presidente Reagan. El respaldo bipartidario que pone de manifiesto la resolución conjunta del Congreso sobre la cuestión de los poderes de guerra ha supuesto una contribución importante, que ha disipado dudas sobre nuestra capacidad de permanencia y sobre nuestra capacidad de actuar firmemente.

Tanto Irán como Siria, naturalmente, niegan cualquier responsabilidad en los atentados de los camiones-bomba. Pero conviene precisar que no resulta difícil adivinar quiénes son los enemigos de la paz en Líbano.

Los enemigos de la paz en Líbano son los enemigos de la paz en Oriente Próximo, y no es coincidencia el que los más enconados oponentes de la fuerza multinacional hayan sido: Siria, que parece resuelta a convertir de nuevo a Líbano en satélite o provincia de una gran Siria; la Unión Soviética, que dota a Siria con las armas más modernas y la instiga a realizar su política hegemonista, e Irán, el régimen de fanáticos que ya conocemos por experiencia.

Los elementos iraníes que se encuentran en Líbano actúan desde detrás de las líneas sirias y son aliados de este país. Siria ha de cargar con su parte de responsabilidad en cualquier acción de autores iraníes en Líbano, conociera o no los planes terroristas concretos. Análogamente, la URSS, aun cuando sus relaciones con Irán son de tensión, ha impulsado a Siria y ha contribuido al clima de violencia e intimidación que impera en Líbano. Y los soviéticos se han opuesto rabiosamente a la fuerza mutinacional.

La URSS, Siria e Irán: esta enumeración habla ya de por sí de lo que puede estar ocurriendo en Líbano, de por qué la situación abarca más que Líbano estrictamente y de por qué lo que ocurra finalmente nos va a afectar. El presidente Reagan está determinado a impedir que los enemigos de la paz puedan lograr nuestra salida de Líbano. Permaneceremos allí y llevaremos a término nuestra misión. Muchos millones de personas de todo el mundo ven en EE UU al más fuerte defensor de la libertad y la paz. No podemos deshacernos de esas obligaciones si no queremos pagar un precio moral, político y estratégico.

es secretario de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica.

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