Un movimiento ético con fuertes influencias krausistas
El estudio de los orígenes del radicalismo, la interpretación de ese estudio, es una clave que luego permitirá comprender la existencia de una mentalidad radical, un estilo radical, que en sus formas esenciales se mantiene desde entonces. El 22 de agosto de 1889, un grupo de jóvenes, en su mayoría universitarios, funda en Buenos Aires la Unión Cívica de la Juventud, opositora del Gobierno conservador que entonces presidía Juárez Celman. Entre los oradores del primer acto público se destacaba ya Leandro Alem.El 18 de abril de 1890, el movimiento convoca ya a 30.000 personas y se constituye la Unión Cívica. El 26 de julio de ese año, se produce un levantamiento revolucionario cívico-militar encabezado por Leandro Alem y el general Manuel Campos, que intenta derrocar al presidente. El golpe fracasa y también uno posterior iniciado en la provincia de Córdoba. Se propone un acuerdo que Alem descalifica: "Yo no acepto acuerdos, soy radical en contra del acuerdo, soy radical intransigente". De esa división nace la Unión Cívica Radical. El 14 de agosto se organiza el Comité de la provincia de Buenos Aires, que preside Hipólito Irigoyen.
La cronología traza a grandes rasgos el perfil original, pero la síntesis puede apretarse aún más si la historia se detiene en este nombre: Hipólito Irigoyen. Ya en 1897, su liderazgo produce la primera renuncia significativa. Lisandro de la Torre, luego notable legislador del Partido Demócrata Progresista abandonó el tronco radical.
Las acusaciones crecieron a la par que su consolidación como caudillo popular. Se le criticaba su permanente conspiración, la ambición, el manejo desde las sombras y su negativa a unirse con otros partidos opositores. Irigoyen avanzó en la formulación de la doctrina partidaria. "No sólo son enemigos de la Unión Cívica Radical los Gobiernos", dijo, "sino también todas las profanaciones colectivas e individuales que quisieran verla abdicar o claudicar para, sin control y sin justicia pública, sin reparo alguno, lanzarse a todos los aprovechamientos con el convencionalismo y la tolerancia conjunta".
Un partido nacional
Debe señalarse en la formación de Hipólito Irigoyen, sobrino de Leandro Alem, la influencia que tuvo en él el conjunto de ideas del filósofo alemán Karl Krause, seguidas a través de autores que el líder estudió cuando terminó su carrera universitaria. Los historiadores señalan que "el hallazgo de Krause significó para Irigoyen toda una resurrección espiritual que modificó tanto su mentalidad como su forma de vida".Cuando al propio Raúl Alfonsín habla de la Unión Cívica Radical, recuerda que a fines del siglo pasado los inmigrantes europeos intentaron aplicar sus ideas en la nueva tierra, pero lo hacían con cierta ingenuidad. Trataban, por ejemplo, de iniciar la lucha de clases antes de crearlas. El radicalismo en ese punto no experimentó contradicciones de ningún tipo: nació como un partido genuinamente nacional. En su momento, Irigoyen lo definió así: "La Unión Cívica Radical no es precisamente un partido, es una conjunción de fuerzas emergentes de la opinión nacional, nacidas y solidarizadas al calor de reivindicaciones públicas". Alfonsín advierte que en la ética del radicalismo se percibe como fundamental el sesgo irigoyenista. Para interpretarlo, hay que remitirse a las ideas krausistas, el filósofo olvidado en Alemania, pero de extraño y fuerte influjo en España, donde fuera introducido, a mediados de siglo pasado por Saenz del Río. El mismo Alfonsín habló de esa ética.
- Si tuviera que presentar el radicalismo dentro de los esquemas europeos para su mejor comprensión, ¿dónde lo ubicaría? ¿A la izquierda, en el centro, a la derecha?
- No, el radicalismo es antes que nada un movimiento ético, es un partido policlasista que no puede ser definido en esos términos...
La abstención electoral como arma ética, mantenida desde el comienzo por falta de garantías -hasta que en 1912 se aplica la ley 8871 o ley Sáenz Peña, que establece el voto universal, obligatorio y secreto- dio resultado. En 1916, el radicalismo gana las elecciones. Y, desde entonces hasta 1930, Irigoyen conduce a la Unión Cívica Radical y protagoniza la primera experiencia de participación política popular en Latinoamérica. Los profundos cambios producidos entonces obligan a considerar aquel año de 1916 como el del verdadero comienzo de la historia política argentina del siglo XX.
La escisión intransigente
La historia se interrumpe el 6 de septiembre de 1930, cuando un golpe de Estado alentado por la reacción de la oligarquía inicia el período de inestabilidad que dura ya más de 50 años. El desgaste del poder, la persecución y las divisiones internas desalojaron al radicalismo de la escena política. Durante 10 años, la década infame entre abstenciones y comicios fraudulentos, la Unión Cívica, Radical permanece en la oposición y la resistencia. A partir de 1943, el peronismo irrumpe levantando las banderas de la nueva clase obrera industrial que se estaba formando. Este segundo gran movimiento nacional y popular, desplazó al radicalismo que, desde entonces, continuó en la oposición.Cruzada por los fuegos del peronismo y el antiperonismo, la Unión Cívica Radical soportó además el desprendimiento de una corriente dirigida por el doctor Arturo Frondizi, fundador de la Unión Cívica Radical intransigente, dividida después en el Partido intransigente y el Movimiento de Integración y Desarrollo. Con el peronismo proscrito y sólo el 22% de los votos, el radicalismo accedió otra vez al poder en 1963, en lo que se recuerda como un período de tranquilidad democrática hasta el golpe de Estado que derrocó al doctor Arturo Illía en 1966.
En la última década, la Unión Cívica Radical se reagrupó en la Universidad y se convirtió en e representante más claro de la clase media argentina.
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