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Juan Pablo II beatifica en Roma al trinitario vasco Domingo Iturrate

Juan Arias

El País Vasco tiene desde ayer un nuevo beato, el trinitario Domingo Iturrate Zubero, nacido en 1901 y muerto de tuberculosis a los 26 años, casi recién ordenado sacerdote. El papa Wojtyla lo beatificó junto con otros dos religiosos, Giacomo Cusmano, de Palermo, fundador de los Misioneros Siervos de los Pobres, y el rumano Geremia da Valacchia, capuchino.La solemne ceremonia tuvo lugar en la plaza de San Pedro, abarrotada de gente a pesar de un tiempo gris y lluvioso. Estuvieron presentes dos de los hermanos del beato.

Para la beatificación llegó de España una delegación del Gobierno, como en las grandes ocasiones. Estuvo encabezada por el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y le acompañaron, entre otros, el embajador de España ante la Santa Sede, altos cargos de su Ministerio, el consejero de la presidencia de la comunidad autónoma vasca, Javier Caño; el presidente de las juntas generales de Vizcaya, Antonio Aurre, y el alcalde de Dima (Vizcaya), lugar de nacimiento del nuevo beato Iturrate.

El papa Juan Pablo II, elogiando las virtudes del nuevo beato vasco, habló en español y pronunció una frase en euskera: "Jarrai dezaten beato berriaren Kirstogana'ko zintzotasu nikasbidea", es decir, "Seguid el ejemplo de fidelidad a Cristo del nuevo beato". Los miles de vascos presentes aplaudieron sorprendidos y felices.

La vida del nuevo beato es muy curiosa. En tan pocos años, como dijo Radio Vaticana, el religioso trinitario no tuvo tiempo de hacer "grandes cosas". Pero el Papa alabó su fidelidad total a Dios y el que hubiera hecho voto de "hacer siempre lo que conociera ser más perfecto".

En el librito para seguir la ceremonia dado por el Vaticano se dice de él que era de "temperamento sensible y un tanto altivo", y que aunque no se conocieron en él "fenómenos místicos extraordinarios", pasó dos años de dura crisis espiritual.

Nació Domingo Iturrate en 1901 en Dima, el mayor de 11 hermanos, hijos de padres labradores. A los 13 años entró en el seminario de los trinitarios; estudió en Roma, en la universidad Gregoriana de los Jesuitas, donde se doctoró en Filosofía y Teología. Y recordando este hecho alguien comentó ayer que entonces no es cierto que Roma, la pagana, es una tentación para los jóvenes seminaristas.

El nuevo beato vasco hizo sólo un milagro oficial y 135 gracias. Pero, ahora, un milagro basta para llegar a beato, según las nuevas normas de Juan Pablo II, que en este campo ha abierto mucho la mano para que no resulte tan difícil llegar a la gloria de los altares. A algunos hasta les perdona los milagros, como ocurrió con el polaco padre Maximiliano Kholbe, a quien declaró también mártir.

Para celebrar el acontecimiento, el embajador de España ante la Santa Sede, Nuño Aguirre de Cárcer, organizó ayer por la tarde un concierto de música gregonana en la Embajada.

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